1888: En abril
de 1888, Santa Vicenta María empezaba a entrever cómo se consolidaba lala
necesidad de uniformar algunas costumbres en la Congregación de cara a salvaguardar
la unidad y a dar un mayor testimonio que atrajese vocaciones al Instituto. La
Madre Fundadora, de acuerdo con D. Ciriaco María Sancha y con el P. Hidalgo,
dirigió, el 17 de abril, una carta a
las comunidades fijando algunas costumbres que debían observarse en todas las
casas del Instituto[1].
De los siete puntos que señala, los dos primeros se refieren a los días de
comunión y a la intención de la comunión en los primeros viernes. El tercero y
el cuarto, a las penitencias y la clausura. El quinto y el sexto al tratamiento
de las Hermanas; y el último a la bendición de la mesa.
Capilla de la Casa Madre 1886-1898 |
Congregación por ella fundada, aunque siguiera siendo excesivamente escaso el personal y no faltaran dificultades de todo género. Pero tenía ya Sagrario con el Santísimo Sacramento presidiendo cada una de las cuatro casas abiertas y dos de ellas, Madrid y Sevilla, instaladas en edificios propios y con espacios suficientes para dar expansión a la obra apostólica. Tal vez fue ese conjunto de cosas lo que provocó en el ánimo de Santa Vicenta María
En
las expresiones del trato mutuo, no se distinguieron las Hermanas hasta
entonces, pero D. Ciriaco María Sancha y la Madre Fundadora, decidieron dar
tratamiento de “Madre” no sólo a las superioras sino a todas las religiosas de
la clase de directoras, desde que emitieran sus primeros votos, por ser el que
mejor expresa los oficios que desempeñan con nuestras jóvenes, y se suprimió el
‘Sor’ que hasta poco antes había precedido a las firmas sustituyéndolo con las
iniciales de Religiosa de María Inmaculada debajo del nombre.
Patio de la Casa de la calle de Jesús en Sevilla |
La
Congregación de Hermanas del servicio doméstico estaba llamada a realizar con
las sirvientas una labor apostólica que no se ceñía al ámbito de sus colegios.
El trabajo de las Hermanas se inicia con las jóvenes que reciben en sus casas,
pero debe ser continuado con las que dejan el colegio para colocarse como
sirvientas y con las familias a quienes prestan sus servicios. El artículo 23
de las Constituciones señala que
atendiendo a los fines de la Congregación, no guardarán
clausura, pero no saldrán de casa sino cuando lo mandase la Superiora y con la
Hermana que la misma designase. No mostrarán repugnancia en salir siempre que
la obediencia lo ordenare, seguras de que agradarán a Dios en el cumplimiento
de cuanto se les mandase por medio de la Superiora[2].
Sin mencionar el trabajo apostólico, la Madre Fundadora impone
una cierta clausura a los miembros del Instituto.
Conviene que nuestras Religiosas no salgan de casa y, por
tanto, no se harán más visitas que las de oficio, como son las de Prelados u
otras que, aunque rara vez, pueden ofrecerse. No irán a oficinas de ningún
género, en que haya o pueda haber asuntos de interés, más que en algún caso de
absoluta necesidad o de gran conveniencia. No saldrán a comercios ni diligencias
de este género, y menos a ver de exprofeso las cosas notables que pueda haber
en cada población, ni aún Iglesias o santuarios, exceptuando la Capilla de la
S[antísi]ma. Virgen del Pilar[3].
Por lo que se refiere a las penitencias, las Constituciones
señalan que,
En atención al trabajo que lleva consigo el Instituto, y
otras razones que para ello encuentran personas de virtud y experiencia, no
habrá penitencia alguna señalada[4].
La devoción personal de la Madre
Fundadora a las prácticas de penitencia, y, tal vez el deseo de las Hermanas,
la llevó a determinar en las costumbres introducidas ahora, la abstinencia en
la cena de los sábados, invitando a las enfermas, “o demasiado endebles”, a
mortificarse con la privación del
consuelo que es de esperar experimenten todas, en ofrecer este pequeño obsequio
a la Santísima Virgen.
En 1890 la Congregación de
Hermanas del servicio doméstico de la Inmaculada Concepción, se rige por las
Constituciones que denominamos de 1882, aprobadas por el Cardenal Juan Ignacio
Moreno. A modo de apéndice se les añadieron las “Advertencias” hechas por la
Sagrada Congregación. Las Reglas comunes y particulares, facilitaban la
observancia de las Constituciones. La manera de regirse en las cosas más
ordinarias de la vida diaria, quedó fijada en la carta circular a que hemos
aludido, y en el libro de las Prácticas y
costumbres que la Madre Fundadora dedica al noviciado, pero que de hecho,
observarán todas las religiosas[5].
1932: Cuarenta y cuatro años habían pasado desde que
Santa Vicenta María redactara en Barcelona su cuarta carta circular para ayudar
a consolidar el estilo de vida propio en los miembros el Instituto, cuando el
17 de abril de 1932 llegaban a París, cinco novicias destinadas a ser el
cimiento el nuevo «noviciado de San José», porque M. María de la Concepción
Marqués puso en acción su profundo e incuestionable amor al Instituto y toda su
intuición para buscar respuestas a la responsabilidad, que su servicio de
gobierno reclamaban de ella en unas condiciones tan adversas a la vida
religiosa como las vividas en la década de los años ‘30 del siglo XX en España.
Dos cubanas: María Isabel Saavedra Gracía[6]
y María de la Caridad Illera Hernández[7],
y tres españolas: María Teresita de la Santa Faz Rubio Medinabeitia[8],
María Blanca Guallart Martínez-Vargas[9],
María de San Rafael Martín Vicente[10],
viajaron de Bilbao a París, donde completaron su primera formación y desde ella
se dispersaron por los caminos que les fue señalando la obediencia para ser
testigos de la Resurreción y desgastarse hasta dar la vida por salvar almas y
acercar las jóvenes a Jesúcristo.
[1] Cf. Carta a todas las Hermanas de la
Congregación. Barcelona, 17.04.1888, CarSVM, n. 1136, III, 299s.
[3] CarSVM, n. 1136.1, III, 299. Las medidas, que
posteriormente, intenta adoptar M. María Teresa Orti, no pueden mantenerse sin
perjuicio de la obra apostólica. En el ejemplar de las Constituciones que se
conserva en el AGRMI, arm. 1, carp. 32, hay, inserta, una anotación de
caligrafía de M. María Eulalia Sánchez, que dice: Nota: Habiendo probado la experiencia que para lograr los fines del
Instituto no se necesita absolutamente salir de casa, la Superiora general
acordó y ordenó que las religiosas no salieran más que para visitas oficiales
de Prelados, Personas reales, etc. y las imprescindibles en las fundaciones,
así se observará en adelante. El texto de las Constituciones no ha podido
variarse por ser el presentado a Roma y hallarse en prueba las modificaciones
hechas por la Sagrada Penitenciaria [sic], cuando llegue el caso de
presentarlas de nuevo para la aprobación definitiva será la ocasión de variar
este capítulo como otros varios. En el intento de mantener tal decisión, se
creó, en 1896, una tercera clase de “Hermanas Auxiliares” con la misión de visitar a las jóvenes del Colegio en las
casas donde sirven, acompañar a las
que se hallen desacomodadas, hacer las
compras y los demás encargos de fuera
(cf. Constituciones RMI 1896, n. 4. Al no ser reconocida esta tercera clase por
el Decreto de aprobación del Instituto en 1899, los encargos de fuera de casa
se encomendaron a las Hermanas Coadjutoras, mientras las Directoras siguieron
sujetas a la norma de la clausura (cf. Constituciones
1896; Autorización para imponer el
hábito a las Hermanas Auxiliares, en AGRMI, arm. 1, carp. 7/13; Decreto de aprobación del 13.01.1899,
SCOR, n. 15016/14).
[5] Cf. María Digna Díaz
Pérez, Historía
de la Congregación de Religiosas de María Inmaculada, t. I, Madrid
2000, p. 446-449.
[6]
Nació en Guinés (La Habana) el 14 de junio de 1902; entró en la Congregación en
Madrid el 16 de julio de 1930; vistio el hábito en Bilbao el 18 de enero de 1931;
hizo sus primeros votos en París el 5 de febrero de 1933; emitió la profesión
perpetua en París el 6 de febrro de 1938; falleció en Santa Antonio Texas el 4
de abril de 1983.
[7]
Nació en San Antonio de los Baños (La Habana) el 10 de agosto de 1902; entró en
la Congregación en Bilbao el 19 de junio de 1931; vistio el hábito en Bilbao el
9 de febrero de 1932; hizo sus primeros votos en París 11.02.1934; emitió la
profesión perpetua en Roma, Vía Palestro, el 11 de febrero de 1939; falleció en
Medellín 18 de enero de 1984.
[8]
Nació en Bilbao el 1 de octubre de 1913; entró en la Congregación en Madrid el
27 de marzo de 1930; vistio el hábito en Madrid el 28 de diciembre de 1930; hizo
sus primeros votos en Paris el 26 de marzo de 1933; emitió la profesión
perpetua en Roma-Vía Palestro el 24 de junio de 1938; falleció en Vigo el 23 de
mayo de 2003.
[9]
Nació en San Juan de la Cuenca (Asturias) el 24 de agosto de 1911; entró en la
Congregación en Madrid el 8 de diciembre
de de 1930; vistio el hábito en Bilbao el 15 de agosto de 1931; hizo sus
primeros votos en París el 1 de octubre de 1933; emitió la profesión perpetua
en La Coruña el 1 de octubre de 1938; falleció en Logroño (Betania) el 11 de
octubre de 1946.
[10]
Nació en Aldeavila de la Rivera el 8 de agosto de 1911; entró en la
Congregación en Madrid el 28 de noviembre de 1929; vistio el hábito en Madrid el 9 de noviembre de 1930; hizo sus primeros
votos en Parísel 5 de febrero de 1933; emitió
la profesión perpetua en La Corña el 2 de febrero de 1938; falleció en Vitoria el
12 de enero de 2005.
Gracias querida hermana. Siempre es un oasis para el alma recurrir a las fuentes. Bendiciones.
ResponderEliminarMil gracias Maria Digna,por a acercarnos mas a conocer nuestra historia congregacional.Hermoso,mantenernos al dia.Un fuerte abrazo a la distancia.
ResponderEliminarGracias Ma Digna.... me encanta leer todo lo que vas subiendo de nuestra historia.... Gracias!
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