jueves, 21 de abril de 2016

Un día como hoy... 21 de abril

Madrid. Puerta de Sol. Mediados del s. XIX
La intuición apostólica de Manuel María Vicuña, que germinó en una «sala de convalencientes» en el interior del Hospital de San Juan de Dios en Madrid, bajo la dirección de la Hermana mayor de la Congregación de la Doctrina Cristiana, doña Ignacia Rico de Grande y de doña María Eulalia Vicuña, comenzó a dar claras señales de buena y prolongada cosecha, cuando el 21 de abril de 1845, doña Ignacia Rico de Grande y la señorita Micaela Desmasièrs inauguraron, en la Calle de Dos Amigos, el «Colegio de María Santísima de los Desamparados» con el fin de «recoger e instruir a las mujeres arrepentidas que lo solicitaren al salir del Hospital de S. Juan de Dios»
Santa María Micaela del Santísimo Sacramento
La dirección del Colegio la encomendaron a una Junta de Señoras, formada por las Marquesas de Malpica y de Alcañices, la Condesa de Zaldívar y Dª Mª Teresa Gaviña.

Santa Vicenta María López y Vicuña

El tiempo, los acontecimientos que se sucedieron posteriormente y el gran celo apostólico de santa María Micaela y de los hermanos Vicuña regalarán a la sociedad y a la Iglesia dos instituciones que garantizarán su misión con la fundación de dos congregaciones religiosas: Las Esclavas del Santísimo Sacramento y las Religiosas de María Inmaculada 

lunes, 18 de abril de 2016

Un día como hoy... 18 de abril

1888: Desde el 7 de enero estaba santa Vicenta María en Barcelona. Un mes hospedada en la casa de las Reparadoras de la calle Caspe y, desde febrero, en la calle Condal, donde se encontraba la primera casa que ocupó la comunidad en Cataluña. Las ocupaciones propias de una nueva fundación y los asuntos que llegaban de las otras tres casas abiertas no distrajeron su atención de algo que le importaba sobremanera. Santa Vicenta María, negociaba ante el Sagrario la aprobación pontificia del Instituto mientras en Roma eran otros quienes negociaban. Al fin, el 18 de abril de 1888, Su Santidad León XIII, a través de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, concede el «Decretum laudis» a la Congregación de Hermanas del Servicio Doméstico. El Decreto en sí ya justificaba sobradamente el gozo de la Madre Fundadora, pero llegaba con un plus: al nombre de la Congregación se añadía el de su titular y se denomina: «Hermanas del Servicio Doméstico de la Inmaculada Concepción».
Cuando, santa Vicenta María, tuvo noticia de la firma del Decreto y de su contenido no dudó en afirmar que se trata de «el más fausto acontecimiento desde que la Congregación existe».
El Decretum laudis era el sello del reconocimiento por parte de la Iglesia y para la Madre Fundadora  «ya no queda duda de que Dios quiere que la Congregación exista, y puede esperarse todo, si por nuestra culpa no lo desmerecemos».
Con el Decreto, la Iglesia daba estabilidad a su Obra y Santa Vicenta María dejaba que el Señor formara en ella el mejor instrumento para «dar a la sociedad moderna la solución al problema de los problemas, al problema de la unión social que no se arregla solo con portamonedas sino con corazones; ella es la que ha sabido unir con cariño de madre esas dos distancias inconmesurables hermanando al rico y al obrero, al proletario y al que nada en la abundancia».