lunes, 29 de mayo de 2023

31 de mayo de 1963

 


Un estudio, aún no realizado, seguramente arrojará luz sobre lo que para nosotros hoy es todavía un interrogante. Sabemos que el cuerpo de doña María Eulalia Vicuña de Riega recibió sepultura en el nicho número 103 del Patio de la Soledad en el Cementerio General del Sur, Puerta de Toledo, en Madrid, el día 2 de diciembre de 1877, dos días después de su fallecimiento, ocurrido el 30 de noviembre en su domicilio de la calle de la Bola número 7. También sabemos que el Cementerio General del Sur se clausuró en 1884 y dejó de ser definitivamente lugar de enterramiento en 1905. Y nos preguntamos: ¿dónde estuvo mientras tanto el cuerpo de doña María Eulalia Vicuña y García?

Tal vez no es muy aventurado suponer que la solicitud cursada por M. María de la Concepción Marqués al Ministerio de Gobernación con fecha 16 de noviembre de 1897 para trasladar el cuerpo de doña María Eulalia Vicuña García desde el cementerio al panteón del Convento sito en la calle de Fuencarral n. 113, responda, al menos en parte, al temor fundado del destino que pudieran tener aquellos restos dado el estado ruinoso del cementerio. Ignoramos, hoy en día, cuál fue la respuesta del Ministerio y en qué momento los restos mortales fueron exhumados del Cementerio General del Sur y trasladados, al parecer, al Cementerio de San Isidro.

Lo que sí sabemos en que el día 31 de mayo de 1963, viernes después de la Ascensión y fiesta de la Realeza de María, las campanas de la Casa Madre sonaron a júbilo para recibir dos preciadas reliquias: los restos mortales de doña María Eulalia Vicuña y García y los de M. María Teresa Orti y Muñoz para ser depositados en el mismo sepulcro donde había descansado el cuerpo de Santa Vicenta María López y Vicuña desde 1925 hasta 1931 y desde 1939 hasta 1951.

Desde hace sesenta años, los restos mortales de la fundadora de la Obra en favor de las sirvientas, tía y educadora de la Madre Fundadora y, sin duda, uno de sus referentes en el camino hacia santidad, y los de la sucesora inmediata de Santa Vicenta María en el gobierno del Instituto, descansan justo en frente del sepulcro que ofrece a la veneración de fieles y devotos los restos mortales de Santa Vicenta María.



Las crónicas de las comunidades de Sevilla, Córdoba y la Casa Madre nos permiten saber que el día 29 de mayo de 1963 a las 9 y media de la mañana salió de Sevilla M. María de la Luz Orti y Belmonte, que en Córdoba se le unió su hermana, M. María Angelina y las dos viajaron a Madrid para asistir al traslado, desde el cementerio a la Casa Madre del Instituto, de los restos mortales de su tía carnal y segunda superiora del Instituto, M. María Teresa Orti y los de Doña María Eulalia Vicuña y García[1].

Dos días más tarde, el viernes después de la Ascensión, se llevó a cabo el traslado desde el Cementerio de San Isidro, tal y como lo narra la cronista de la Casa Madre:

31.05: (Viernes después de la Ascensión). Fiesta de la Realeza de María. Como siempre, ofrecen la flor a la Santísima Virgen las Celadoras y Comunión Reparadora.

A las 8, Misa con cánticos. Desayuno extra, todas juntas. Ofrecimiento del trabajo con cántico a la Virgen.

A las 10 se toca para recibir los sagrados restos de nuestra amadísimas Dª María Eulalia Vicuña y Rvma. M. María Teresa Orti. Las R.R. M.M. del Consejo[2], Superiora[3] y Superiora y Maestra de Ríos Rosas[4] con M. Asistente[5] y las dos Madres Orti[6] esperan en el jardín la llegada de los féretros; las demás, en la iglesia. A eso de las 10 ½ llegan los coches, en el de nuestra Revma. Madre vienen las dos Hermanas que han ido al cementerio y conocen el sitio, nicho y cajas: H. María Pasión[7] y H. María Paz de S. José[8].

Detrás viene el camión mortuorio. Llevan la caja de nuestra M. María Teresa sus dos sobrinas, M. María Antonia de Jesús[9] y M. María de San Esteban[10] o sea las que la conocieron y vivieron con ella en esta Casa Madre; la de Dª Eulalia: Superiora[11], Maestra[12], Santa Catalina[13] y Antonia María.

Pasamos rosarios y besamos las cajas. D. José mete las cajas en el sepulcro, ayudado de los obreros; las cajas son negras, forradas de tela y llevan un letrero para distinguirlas; miden como unos 70x40 en forma de ataúd.

En tanto salen 4 sacerdotes en la iglesia los tres altares primeros y capilla de la Beata.

En el altar mayor, dice la Misa D. Juan José [García Failde]: las Elevaciones son casi simultáneas.

Se encienden las lámparas durante la ceremonia.

Ya tenemos en casa a nuestras queridas difuntas q.e.g.e.

H. María de San Vicente[14] que actuó de enfermera con nuestra M. María Teresa, se emociona.

Terminado todo, la Comunidad sube a clausura.

Como todas las puertas estaban cerradas y todo el mundo estaba en la iglesia, no se ve a nadie en el trayecto.

Las junioras y M. María de Santa Catalina[15] también vienen de Ríos Rosas.

Nos leen en el refectorio, después de “María Reina” la preciosa carta póstuma de nuestra Rvma. Madre María Teresa Orti. Recreo al postre.

Idem en la merienda con tarta helada que nos regalan[16].

               La Casa Madre sigue siendo el corazón de la Congregación y, si bien es cierto que doña María Eulalia no conoció en vida la sede actual en la calle de Fuencarral, no lo es menos que su presencia se deja sentir en la vida de la comunidad y entre los muros de aquella iglesia, testigo silencioso de 98 años de la historia del Instituto.

               M. María Teresa Orti deseó ardientemente poder dejar a la Casa Madre dotada de una iglesia grande, y lo consiguió. D. Félix Granda se encargó personalmente de que la Madre pudiera ver, antes de morir, la iglesia ya terminada aunque no alcanzó a verla inaugurada.

               Allí descansan los restos mortales de las dos y se me antoja que escuchan complacidas las oraciones que se dirigen a Santa Vicenta María y con la misma caridad y humildad que las caracterizó en vida, asumirán el oficio de intercesoras silenciosas ante la Santísima Trinidad y ante su Madre Inmaculada, de cada una de las peticiones que se formulan ante el sepulcro de la Madre Fundadora.

 

 

María Digna Díaz Pérez RMI

Roma, 29 de mayo de 2023



[1] Cf. LD-Sevilla 1963-1970, p. 17; LD-Córdoba 1960-1963, p.172; cf. LD-Casa Madre 1962-1964, p. 158.1

[2] El consejo General estaba compuesto por: M. María de la Redención Navas, superiora General; M. María de la Caridad Villota, M. María Asunción Jaén, M. Visitación de María Martín y M. Antonia María Orbegozo, consejeras generales; M. María Caridad Brugel, secretaria general; M. María Teresa Canós, ecónoma general, pero la cronista no específica quiénes estaban por entonces en Madrid.

[3] M. María Asunción Ferrer, superiora de la Casa Madre.

[4] M. María Antonia Castejón y M. María Mercedes Baruel.

[5] M. Antonia de Jesús Perales.

[6] M. María Angelina y M. María de la Luz Orti y Belmonte.

[7] H. María de la Pasión Muñoz Barrionuevo, ingresó en la Congregación el 30 de mayo de 1907.

[8] H. María Paz de San José Berroa Herrera, ingresó en la Congregación el 15 de octubre de 1938 y residió en la Casa Madre desde 1941 hasta su muerte el 1 de mayo de 1994.

[9] M. María Antonia de Jesús Perales, ingresó en el Instituto el 17 de junio de 1911.

[10] M. María de San Esteban de la Calle e Iturrino, ingresó en el Instituto el 9 de abril de 1917 y residió siempre en la Casa Madre.

[11] No especifica si fue la superiora de la Casa Madre, M. María Petra de Jesús Cadenas, o la de Ríos Rosas, M. María Antonia Castejón.

[12] M. María Mercedes Baruel.

[13] M. María de San Catalina Muñoz Maldonado, ingresó en el Instituto el 26 de junio de 1918.

[14] H. María de San Vicente Escartín, ingresó en el Instituto el 21 de diciembre de 1911 y falleció en Madrid, Ríos Rosas, el 17 de noviembre de 1979.

[15] M. María de Santa Catalina Muñoz Maldonado, entró en la Congregación el 26 de junio de 1918 y falleció en Madrid, Ríos Rosas, el 5 de abril de 1970.

[16] LD-Casa Madre 1962-1964, pp. 158-161.