lunes, 22 de marzo de 2021

174 años... Santa Vicenta María López y Vicuña

 

Era “lunes de Pasión”… 1847 y 2021 coinciden en su calendario cronológico y litúrgico. Es la séptima vez que ocurre desde 1847, pero habrá que esperar a 2083, cuando se cumplan 236 años del nacimiento de Santa Vicenta María para que los calendarios vuelvan a coincidir.


Desde el lunes de la tercera semana de Cuaresma hubo lágrimas y preocupación en el hogar cascantino de los López-Vicuña. En aquel día, 8 de marzo, el Señor había querido recoger el primer fruto del amor que se profesaban José María López y María Nicolasa Vicuña. El segundo embarazo de María Nicolasa reafirmaba la esperanza pero, de tejas abajo, no era fácil disipar el temor de que el dolor por la pérdida de la primogénita pudiera pasar factura al segundo alumbramiento. Sin embargo no fue así, la pequeña Vicenta María llegó como un estallido de primavera, como un preanuncio de la Pascua ya próxima, enjugando lágimas, dibujando sonrisas en los rostros e inundando de gozo y gratitud los corazones.

Tiempo habría para lágrimas y dolor en aquel hogar cuando, pasados los años, un augurio de D. José María se revelara mucho más real que una fórmula de afecto o cortesía. Porque D. José María se mostró cariñoso y generoso con sus cuñados de Madrid al comunicarles el nacimiento de su nueva hija y quiso ir más allá, poniéndola a las órdenes de sus tíos y deseando que imitara sus virtudes.

Pasados veinte años, tal vez D. José María ya no recordaba sus palabras como expresión de sus deseos, pero nada se pierde en el corazón de Dios cuando alguien quiere ajustar sus pasos a los planes de la Divina Providencia. Por suerte para nosotros, tampoco se perdió la carta que D. José María firmó aquel 23 de marzo de 1847:

Cascante 23 de marzo de 1847

Mis queridos hermanos: Dios aflige y no desampara. El 8 fue un día de llanto para esta vuestra familia, pero al volver nuestros tristes ojos a mi querida Nicolasa experimentábamos el placer de ver muy pronto ocupado el vacío que nos dejara la gloriosa Vicentica. Ayer con toda felicidad a las 5¼ de la tarde nos alumbró con una robusta niña; hoy la han sacado de pila sus tíos Joaquín y Dominica. Su nombre María Vicenta Deogracias; la recién nacida y su madre siguen cual podemos apetecer, gracias a Dios y a vuestra oraciones.

En el correo de ayer recibí las muy interesantes de Eulalia y su esposo del 18; mucho agradezco sus consejos y días.

Pongo a vuestras órdenes a mi nueva hija que si imita las virtudes de sus tíos no le quedará nada que desear a vuestro amante hermano

José Mª

Veinte años más tarde hubo dolor contenido en el hogar de los López Vicuña, a lo largo del verano y del otoño de 1867 porque Vicenta María quería lo que Dios quería, y la voluntad de Dios se había manifestado providencialmente en aquellas palabras de su padre que seguramente ella ignoraba entonces. Dios quería valerse de ella para enjugar lágrimas en los ojos de muchas jóvenes pobres, solas, desorientadas y presas fáciles de la inmoralidad, la injusticia y el pecado. Dios quería abrir para las sirvientas sendas de vida cristiana y mostrarles metas alcanzables de santidad. Para un alma enamorada de Jesucristo sólo hay un camino señalizado por la Cruz y una meta: la participación en la gloria de Cristo Resucitado y Santa Vicenta María lo sabía.

Don José María no acertaba a entrever el camino que quería recorrer su hija porque le cegaba su corazón de padre y sólo reconocía obstáculos… en el verano de 1868 Santa Vicenta María asumió, por amor, subir una cuesta mucho más empinada que la del Romero: su entrega incondicional al plan de Dios le exigía renunciar a todo lo demás, y ella no cejó en su intento. Sus lágrimas, su dolor y su enfermedad, fecundadas por la oración y la entrega total de su voluntad a la de Dios, marcaron huellas indebles en una obra apostólica al servicio de la Iglesia que no deja de mover voluntades y corazones a través de los que Dios sigue enjugando lágimas, dibujando sonrisas e inundando de gozo, esperanza y gratitud la vida de un número de personas que ya no sabemos contar, pero cuyos nombres están inscritos en la ‘libro de la Vida’ y lucen cual valiosas perlas en la corona de santidad de Vicenta María López y Vicuña que nació un lunes de Pasión con augurios de Pascua.

 




lunes, 8 de marzo de 2021

Llamadas a la santidad...

Ayer, hoy, mañana… cada día quiero tener un sentimiento de gratitud para cada ser que cree, cuida y acompaña a la mujer por el simple hecho de serlo…

Doy gracias a Dios, en primer lugar y sobre todas las cosas, por haber coronado su Obra con la creación de la mujer para que el hombre pudiera ser “imagen suya”, imagen del Dios amor que existe por y para…

Doy gracias a Dios, porque cuando Eva, en su debilidad, se dejó seducir y sedujo al que Dios le había dado por compañero… Dios no la abandonó a su suerte… en el Corazón de Dios había un proyecto que restableciera definitivamente su alianza de amor con los hombres y llevara a la mujer a la más alta cima de la dignidad: ser Madre del mismo Dios Encarnado…

Doy gracias a Dios, porque en los prolegómenos de mi familia religiosa, “alguien” combatió la mentalidad de su época, sin manifestaciones callejeras, sin cabeceras de periódicos, sin redes sociales, sin algarabía…

Manuel María Vicuña es de los que entendieron dónde reside la dignidad de la mujer, también cuando la pobreza, la miseria y la ignorancia propias se alían con el egoísmo, la avaricia, el ansia de placer, el abuso de poder y una desmesurada preocupación por la imagen social de quienes se creen superiores, para dar como resultado el oscuro universo de la explotación moral y económica de aquellas a las que por incautas o ingenuas consideran, todo lo más, objetos de su placer.

«El hombre mira la apariencia pero Dios mira el corazón» (1 Sam 16,7), yo no sé cuántas veces leyó Manuel María Vicuña ese texto, pero si sé que el contenido lo llevaba grabado a fuego en el corazón… Manuel María Vicuña no miró la apariencia de las sirvientas tal y como las veían sus contemporáneos… Manuel María Vicuña miró al corazón de cada una de aquellas mujeres y entendió que valía la pena… que el pecado del paraíso no llevó la humanidad a la ruina… que Eva era madre de los vivientes y figura de la Madre de los salvados a quien el Ángel saludó con el “Ave” para que entendiéramos que las cosas, a veces, van a revés de como nosotros las vemos.

Manuel María Vicuña miró desde dentro, como mira Dios, y a partir de ahí… nada ni nadie pudo deternele en su proyecto de devolver la libertad y la dignidad a un colectivo humano que sus contemporáneos consideraban ‘seres inferiores’.

Las sirvientas encontraron en el siglo XIX el mejor aliado para salir de la ignorancia y el anonimato, para recuperar su libertad y abrirse paso en una sociedad que le era hostil, para saber que cuando Dios creó a la “mujer” pensaba también en cada una de ellas y las llamaba a una vida de santidad.

No debe ser casual, si cuando algunos intentaban ahogar el Asilo para sirvientas, fundado en Madrid el 8 de diciembre de 1853, Manuel María Vicuña supo encontrar una nueva posibilidad, precisamente el día 8 de marzo; como tampoco creo que sea casual que eso ocurriera en sábado, el día que los católicos dedicamos particularmente a recordar y a honrar a la Santísima Virgen… Corría el año de 1862, y... Manuel María Vicuña junto a su hermana María Eulalia, pusieron en marcha la 2ª casa de huérfanas y sirvientas, en unas habitaciones del ex-convento de S. Francisco, que tomaron en arriendo con fondos de familia, para evitar que la decisión de sus compañeros dieran al traste con el proyecto de acogida de las sirvientas en razón de su edad, o imposibilidad de acreditar su idoneidad.

Unos días más tarde, doña María Eulalia lo comunica con satisfacción a su cuñado, don José María López:

 

Nosotros tenemos que dar muchas gracias a Dios porque nos deja en medio de nuestros malecillos andar en las obras de caridad como si fuésemos unos muchachos.

El día de S. Juan de Dios hemos dado principio a la 2ª casa para sirvientas bajo los mejores auspicios y con muchos elementos. Yo me encuentro fuerte y valiente para esta nueva fundación porque veo que para esto tengo más salud que para cosas materiales y de ninguna ganancia para el alma.