Era “lunes
de Pasión”… 1847 y 2021 coinciden en su calendario cronológico y litúrgico. Es
la séptima vez que ocurre desde 1847, pero habrá que esperar a 2083, cuando se
cumplan 236 años del nacimiento de Santa Vicenta María para que los calendarios
vuelvan a coincidir.
Desde el lunes de la tercera semana de Cuaresma hubo lágrimas y preocupación en el hogar cascantino de los López-Vicuña. En aquel día, 8 de marzo, el Señor había querido recoger el primer fruto del amor que se profesaban José María López y María Nicolasa Vicuña. El segundo embarazo de María Nicolasa reafirmaba la esperanza pero, de tejas abajo, no era fácil disipar el temor de que el dolor por la pérdida de la primogénita pudiera pasar factura al segundo alumbramiento. Sin embargo no fue así, la pequeña Vicenta María llegó como un estallido de primavera, como un preanuncio de la Pascua ya próxima, enjugando lágimas, dibujando sonrisas en los rostros e inundando de gozo y gratitud los corazones.
Tiempo
habría para lágrimas y dolor en aquel hogar cuando, pasados los años, un
augurio de D. José María se revelara mucho más real que una fórmula de afecto o
cortesía. Porque D. José María se mostró cariñoso y generoso con sus cuñados de
Madrid al comunicarles el nacimiento de su nueva hija y quiso ir más allá,
poniéndola a las órdenes de sus tíos y deseando que imitara sus virtudes.
Pasados
veinte años, tal vez D. José María ya no recordaba sus palabras como expresión
de sus deseos, pero nada se pierde en el corazón de Dios cuando alguien quiere
ajustar sus pasos a los planes de la Divina Providencia. Por suerte para
nosotros, tampoco se perdió la carta que D. José María firmó aquel 23 de marzo
de 1847:
Cascante 23 de marzo de 1847
Mis queridos hermanos: Dios aflige y
no desampara. El 8 fue un día de llanto para esta vuestra familia, pero al
volver nuestros tristes ojos a mi querida Nicolasa experimentábamos el placer
de ver muy pronto ocupado el vacío que nos dejara la gloriosa Vicentica. Ayer
con toda felicidad a las 5¼ de la tarde nos alumbró con una robusta niña; hoy
la han sacado de pila sus tíos Joaquín y Dominica. Su nombre María Vicenta
Deogracias; la recién nacida y su madre siguen cual podemos apetecer, gracias a
Dios y a vuestra oraciones.
En el correo de ayer recibí las muy interesantes
de Eulalia y su esposo del 18; mucho agradezco sus consejos y días.
Pongo a vuestras órdenes a mi nueva
hija que si imita las virtudes de sus tíos no le quedará nada que desear a
vuestro amante hermano
José
Mª
Veinte años más tarde hubo
dolor contenido en el hogar de los López Vicuña, a lo largo del verano y del otoño
de 1867 porque Vicenta María quería lo que Dios quería, y la voluntad de Dios se
había manifestado providencialmente en aquellas palabras de su padre que
seguramente ella ignoraba entonces. Dios quería valerse de ella para enjugar lágrimas
en los ojos de muchas jóvenes pobres, solas, desorientadas y presas fáciles de
la inmoralidad, la injusticia y el pecado. Dios quería abrir para las sirvientas
sendas de vida cristiana y mostrarles metas alcanzables de santidad. Para un
alma enamorada de Jesucristo sólo hay un camino señalizado por la Cruz y una
meta: la participación en la gloria de Cristo Resucitado y Santa Vicenta María lo
sabía.
Don José María no acertaba a
entrever el camino que quería recorrer su hija porque le cegaba su corazón de
padre y sólo reconocía obstáculos… en el verano de 1868 Santa Vicenta María asumió,
por amor, subir una cuesta mucho más empinada que la del Romero: su entrega
incondicional al plan de Dios le exigía renunciar a todo lo demás, y ella no
cejó en su intento. Sus lágrimas, su dolor y su enfermedad, fecundadas por la
oración y la entrega total de su voluntad a la de Dios, marcaron huellas
indebles en una obra apostólica al servicio de la Iglesia que no deja de mover
voluntades y corazones a través de los que Dios sigue enjugando lágimas, dibujando sonrisas e inundando de gozo, esperanza y
gratitud la vida de un número de personas que ya no sabemos contar, pero cuyos
nombres están inscritos en la ‘libro de la Vida’ y lucen cual valiosas perlas
en la corona de santidad de Vicenta María López y Vicuña que nació un lunes de
Pasión con augurios de Pascua.
Muchas gracias Mª Digna por este bonito recuerdo que nos pones, para celebrar y agradecer a Dios el bello regalo que nos hizo en esta pequeña Vicenta Mªque tan grande llegó a ser y tanto bueno dió al mundo, a la Iglesia a cada una de lasque hemos tenido la suerte de conocerla, recibir sus garcaias y carisma, y formar parte de la querida Congegación que Ella fundó, al servicio de tantas chicas necesitadas de amor, acogida, prevención...Demo Gracias a Dios por todo!
ResponderEliminarGracias, María Digna!!!
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