«La primera expresión que viene a los labios, es aquella que
la Iglesia nos recuerda: “Pretiosa in conspectu Domini mors sanctórum ejus”. Y
esta es la exclamación que nos viene a todos a la boca al contemplar ese
espectáculo de la muerte de la Rvdma. Madre y las circunstancias que la rodean.
Y en primer
lugar es preciosa esa muerte por la circunstancia que yo quisiera quedara
escrita en páginas de oro en los Anales del Instituto, de que una Madre General
haya cogido o se le haya declarado su enfermedad de muerte, en ese acto de
caridad de visitar a sus hijas.
M. María de San Luis de Caso |
Vamos a
prescindir ahora de comentarios de si hubiera convenido o no que hiciera ese
viaje; dejemos a un lado esas consideraciones humanas para ponernos ante los
ojos de Dios. Ella lo resolvió así, en la presencia de Dios; y el motivo
especial fue… ¡una corazonada! de aquel corazón tan grande; el poder llevar un
consuelo a sus hijas… ¡Allí se declaró su enfermedad!...
Y como los
Institutos religiosos no son como las personas, esto quedará escrito para perpetuidad
de esta gran Obra y en esa historia preciosa de vuestro santo Instituto que se
escribirá en el porvenir con todos sus pormenores, habrá un Capítulo en el que
se dirá cómo la cuarta Superiora General, murió visitando a sus hijas de
América.
Entierro de M. María de San Luis de Caso |
Y a pesar
de que pudo haber previsto esto, un alma llena de generosidad, una Superiora
General, dio esa prueba de amor a sus hijas. ¡Así la encontró la muerte!… en
ese acto de caridad tan delicadísimo.
No podéis
imaginaros el consuelo que esta idea me da a mí mismo por el gran afecto que
siento hacia este Instituto y qué alegría me proporciona pensar que para honra
de él se dirá en adelante y quedará grabado en sus páginas para siempre, este
acto de heroísmo de vuestra Madre amada.
Un día me
decía la Madre un escrúpulo suyo: “Padre tengo escrúpulo de haberme gozado un poco al sentirme feliz de que mis hijas me amasen”.
Yo le respondía: “Madre, dé gracias a Dios de sentirlo”. ¡Ojalá que todas las
Suprioras pudieran decir lo mismo!
Cortejo fúnebre de M. María de San Luis de Caso |
Yo os digo
que grabéis bien esas palabras en vuestra alma y contra todas las tentaciones
del mundo conservad ese espíritu de
sencillez y ese amor mutuo de tal manera que se pueda decir de vosotras lo
que se decía de los primeros cristianos “Cor unum et animae unam”. Así sea».
(De las palabras que el P. Larequi SJ dirigió a la comunidad de Haedo el 10 de
junio de 1948, sobre la muerte de M. María de San Luis de Caso)
H. María Adelaida Múgica Zugarramundi,
natural de San Juan de Luz , Francia. Entró en la Congregación el 17 de abril
de 1921. Falleció en Madrid-Ríos Rosas, el 22 de mayo de 1934, a los 48 años de
edad y 13 de vida religiosa.
M. María de San Luis de Caso y Suárez, natural
de Zaragoza. Entró en la Congregación el 25 de marzo de 1900. Falleció en
Madrid-Casa Madre el 22 de mayo de 1948, a los 71 años de edad y 48 de vida
religiosa.
H. María de Covadonga Sánchez y Fernández,
natural de La Cueva-Valle del Cayón (Santander) España. Entró en la
Congregación el 1 de diciembere de 1910. Falleció en La Habana el 22 de mayo de
1959, a los 73 años de edad y 48 de vida religiosa.
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