lunes, 21 de enero de 2019

21 de enero


Determinar lo que es mejor, lo que más conviene, lo que nos ofrecerá a medio y largo plazo los mejores resultados se me antoja no sólo difícil sino a veces rayano en lo imposible. La libertad humana y las opciones de cada persona hacen que la vida y el desarrollo de los acontecimientos nos reserven sorpresas totalmente inesperadas y a veces opuestas, para bien o para mal, a todos nuestros cálculos.
Desde la óptica de la fe, a la libertad y la voluntad humanas se añade un componente esencial que es la Voluntad divina y su designio salvador. Hemos sido creados para ser felices más a allá de nuestros cálculos, pero no siempre es fácil asumir la adversidad, el dolor y las contrariedades como parte de un conjunto cuyo resultado ofrecerá un balance positivo.

Un día como hoy, 21 de enero de
1870  Santa Vicenta María empezó a tomar nota por escrito de lo que iba ocurriendo en torno a la casa de sirvientas  en Madrid y sus proyectos para el futuro.  En esas líneas afirma que «permitió Dios que presentasen a la junta, [los propietarios del inmueble que habían suplantado a la Junta de señoras],  unas bases contra los estatutos, que fueron aprobadas, en que se disponían cosas contrarias enteramente al fin que la Asociación se había propuesto de proteger a las pobres  sirvientas». De esa contrariedad se valió Dios para confirmar la vocación de Santa Vicenta María como fundadora de una nueva familia religiosa que garantizase y diese continuidad a la obra de acogida, formación y protección de las jóvenes dedicadas al servicio doméstico.
El 19 de septiembre de 1883, en carta a su madre escribía Santa Vicenta María: «Si se cae el mundo nos coje debajo, pero en el orden natural de cosas, conforme la Bolsa está hoy, no parece imprudente emplearlo en papel del Estado, y sí que no produzca por tanto tiempo». En el orden natural de cosas y en la confianza que siempre les había merecido el administrador Pedro Moreno no parecía que hubiera grandes motivos para inquietarse, pero no siempre lo que parece corresponde a la realidad y el día 21 de enero de
1884 muere repentinamente D. Pedro Moreno y Maiso­nave, depositario-administrador del capital,
en títu­los, de la herencia que legó D. Manuel María Vicuña para el Asilo de Madrid.

M. María Teresa Orti, comunicó la noticia a la Madre, manifestando como por instinto, su temor por la suerte que habría corrido el dinero. A la Madre le molestó aquella salida de desconfianza y exhortó a la Hermana a que se arrepintiese antes de comulgar. La cautela y prudencia del Sr. Moreno y la confianza con que siempre le habían mirado, alejaba una idea semejante.
Santa Vicenta María participó del luto de la familia y después esperó noticias acerca del capital. Las sospechas crecieron y la instintiva alarma de M. María Teresa Orti se confirmó: se habían perdido 40.000 duros. El Señor había elegido sus medios y Santa Vicenta María no cayó por ello en la desconfianza, aunque humanamente es cierto que la pérdida de aquel dinero la ponía ante un callejón sin salida. Pero, para quien ama, para quien cree y para quien espera hay siempre una luz encendida y un camino abierto. La pérdida del capital que sostenía el colegio de Madrid brindó a Santa Vicenta María una oportunidad de oro para explicar a sus hijas dónde hay que poner la confianza y buscar la solución a los problemas.

Y no parece casual que fuera precisamente otro 21 de enero, en el año de
1920 cuando M. María Teresa Orti presentó a sus consejeras el proyecto de un pensionado para niñas en la Casa Madre gracias a la generosidad de los Sres. de Saez que ofrecían un donativo para ello. El consejo aprobó la propuesta aquel mismo día y cincuenta niñas de 3 a 14 años, huérfanas y pobres, que sin casi amparo ninguno vivían, formaron el primer grupo de niñas internas que vivieron en la Casa Madre hasta que pudieron ganarse la vida por sí mismas, ya en el servicio doméstico, ya en trabajos de obreras.
Nada es lo que parece. Desde los primeros siglos del cristianismo la sangre de los mártires ha sido semilla de nuevos cristianos y, de la misma manera, cada sacrificio, cada renuncia, cada entrega es una semilla que cae en tierra buena y da fruto… no importa cuánto tarde en germinar el grano y en crecer la planta… cuenta el cuidado de la tierra…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Agradezco sinceramente los comentarios. Si tienes alguna consulta para hacer acerca de cualquier tema relacionado con la historia del Instituto y esperas respuesta, por favor, deja un contacto en el mismo comentario o en la dirección de correo histrmi@gmail.com. GRACIAS