M. María Teresa Orti y Muñoz |
Una de las principales preocupaciones de M. María Teresa Orti desde que asumió el gobierno de la Congregación, fue la de obtener de la Santa Sede la aprobación del Instituto. Una intensa relación epistolar con Monseñor Santiago Della Chiesa, futuro Benedicto XV, a partir de marzo de 1897; la revisión de las Constituciones, el contacto con los Obispos, las consultas, los prolongados tiempos de oración personal o encomendada a las religiosas, su inquebrantable confianza en la divina providencia, su certeza de que la Virgen iba poniendo su mano en todo lo que tuviera que ver con la vida y la misión del Instituto, su inquebrantable empeño en buscar y actuar la mayor gloria de Dios en todo lo que emprendía, su incondicional fidelidad a la Iglesia... Todo contribuyó a obtener el mejor de los mejores resultados.
S.S. León XIII |
Mientras en Roma, el
día 9 de enero de 1899, el papa León XIII, reunido en audiencia con el Cardenal
Prefecto de la Sagrada Congregación de Obispo y Regulares, aprobaba y
confirmaba el Instituto como Congregación de votos simples; en Madrid, M. María
Teresa preparaba un viaje a Andalucía para negociar nuevas fundaciones en
Granada, Huelva y Málaga.
El día 13 de enero, la
Madre General negociaba en Sevilla una posible fundación que le pedía el párroco
de la Concepción de Huelva. El día 24, M. María Teresa viajó a Huelva para
conocer personalmente las condiciones que se ofrecían para aquel proyecto, que
nunca llegó a realizarse.
El mismo 13 de enero,
en Roma, el Cardenal Vanutelli, Prefecto de la Sagrada Congregación de Obispos
y Regulares, firmó el Decreto mediante el cual, S.S. León XIII daba su
aprobación definitiva a la Congregación.
M. María Teresa se
detuvo en Andalucía hasta el 9 de febrero. Monseñor Santiago de la Chiesa tardó
más de lo acostumbrado en responder a la felicitación navideña, lo hizo con
fecha 20 de enero, justificando su retraso en el primer párrafo de su carta:
S.S. Benedicto XV |
Reverenda Madre: Como sabía que de un día a otro iba a salir el anhelado
decreto de aprobación de su Instituto, he dilatado en contestar a su atenta
carta de felicitación. La manera mejor de hacerlo era de acompañarle lo que V.
tanto deseaba, y en efecto, hoy me cabe la satisfacción de acompañarle el
decreto de aprobación: ¡sea enhorabuena! y prepárense a pedir pronto la
aprobación de las Constituciones.
El día 25, en Sevilla,
recibió la M. General una de las mejores noticias de sus años de gobierno y ese
mismo día se enviaron telefonemas a todas las demás casas. La alegría fue desbordante
para todas y especiales las horas de adoración ante Jesús Sacramentado para
agradecer tan singular favor.
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