«Esta tarde se ha dado
cristiana sepultura en el patio de San Millán de la sacramental de San Justo,
al cadáver de sor Vicenta López Vicuña, fundadora del Asilo de sirvientes. =
Han acompañado el cadáver hasta la última morada muchas asiladas, con velas
encendidas, el clero de la parroquia y varias señoras de la aristocracia,
rindiendo así un tributo de admiración a las altas virtudes de la finada. = Al
carro fúnebre seguías unos cincuenta coches particulares.» Así daban la
noticia del entierro de la Madre Fundadora, el 1 de enero de 1891, algunos periódicos de Madrid.
El 26 de diciembre de 2015, en la Casa Madre del Instituto,
se clausuraron las efemérides con motivo del 125 aniversario de aquella muerte.
Las Hermanas que vivían o viajaron hasta Madrid en 1890, tuvieron el consuelo
de rezar junto al cadáver hasta el día de año nuevo; pero vivieron también la
pena de no poder enterrarla en casa, porque la autorización no se ajustaba en
todos sus términos a la solicitud.
Isabel Cheix Martínez |
Del concepto de santidad en el que todos
tenían a la Madre Vicenta María nos hablan unos apuntes tomados a vuelapluma
por la periodista Isabel Cheix, que pasó en Madrid unos días previos al fallecimiento.
Como broche de estas celebraciones nos consuela conocer con tanto detalle lo
que ocurrió en once de los dieciocho días que duró la agonía de santa Vicenta María.
[DÍA 10]
Hoy día 10 de Diciembre de 1890 se ha
administrado el Sacramento de la Extremaunción a la R.M. Madre Vicenta María
López y Vicuña fundadora de la Congregación de Religiosas de María Inmaculada.
Si esta solemne ceremonia reviste en todos
los casos un carácter de triste gravedad por el ser último sacramento que la
Iglesia confiere a sus hijos para alentarlos y fortificarlos en las postreras
batallas, pocas veces con más razón que hoy, aflige profundamente los corazones
de cuantos se interesan por la humildísima paciente enferma, pues si el
sentimiento de la pérdida ha de estar en relación con el valor del objeto que
se pierde, séanos permitido afirmar, que por grande que sea la pena
difícilmente alcanzará al mérito de un tesoro que es en verdad irreparable.
Todavía sin embargo, anima el alma este
cuerpo débil por los sufrimientos, pero lleno de la fortaleza que da Dios;
todavía a pesar de los tristes pronósticos de la ciencia, esperan sus hijas y
cuantos de veras la aman, un milagro de la Providencia convencidos que donde
acaba la sabiduría humana empieza sin límites la misericordia divina; por eso
al verla en la mañana de hoy, tranquila, risueña, con pleno conocimiento de su
situación y tan conforme a la voluntad de Dios no sabemos qué admirar más en
ella, si las relevantes virtudes que la adornan o el total desprendimiento de
todo lo de la tierra, con que se ofrece a cumplir la voluntad del Señor.
Poco después de las seis de la mañana llegó
el R.P. Isidro Hidalgo, Director de la Congregación que desde ayer tarde y en
vista de los ardientes deseos de la enferma por recibir el último consuelo de
la Religión, había anunciado se le administraría en las primeras horas de hoy:
enseguida de llegar dijo Misa en el Oratorio, llevando en la Comunión de ella
el pan de vida a la R. Madre y
dándolo después a las Religiosas, que sólo por la fortaleza que El comunica pueden hallar resignación
para el costoso sacrificio que el Señor les exige; terminados que fueron los
augustos misterios el P. Hidalgo dirigió a la Comunidad y a las Colegialas una
fervorosa plática en que, con la sabiduría y sencillez que le distingue,
demostró cuan distintas son las disposiciones que para recibir el Sacramento de
la Extremaunción tienen las personas que profesan vida religiosa a las del
mundo, pues a las primeras consuela y a las segundas espanta: encareció los
maravillosos efectos de gracias espirituales, que se reciben con el
considerarlo como última dádiva del amor que nos profesa el Sagrado Corazón de
Jesús y aceptándolo no como cercano presagio de la muerte, sino como medicina
para el cuerpo y mucho más para el alma y terminó presentando por modelo, la
paz y alegría interior en que la R. Madre iba a recibirle a fin de que todas
las que escuchaban, cuando se considerasen en verdadero peligro de muerte le
pidiesen para evitar que, el falso celo de unos o el amor mal entendido de las
familias, les privasen de este poderoso auxilio en la hora postrera,
consintiendo sólo que le apliquen cuando el paciente, ni ve, ni oye, ni
comprende las gracias de que le privan.
Poco antes de concluir el P. Hidalgo, había
llegado el Sr. [D. José Pascual] Capellán de la Comunidad y apenas terminada la
plática revestido de sobrepelliz se dispuso a acompañar al P. Hidalgo en la
aplicación del Sacramento, presenciando, así Colegialas como cuantas nos
hallábamos en el oratorio, una escena verdaderamente conmovedora.
En el frente de una vasta cámara, severa y
sencillamente decorada, estaba el lecho de la R. Madre sirviéndole de fondo una
colgadura de seda roja: sentada en él, cubierta con un velo y animado el rostro
en que parecían brillar los colores de la salud y era sólo el reflejo de amor a
Dios que la inflama, se hallaba la santa enfermita; a su derecha la Madre
Superiora y la Madre Consiliaria, y en los dos lados de la habitación
arrodilladas y con velas encendidas las Religiosas, Novicias, Postulantes y
Coadjutoras.
A la puerta del Oratorio se agolpaban algunas
amigas y las jóvenes Colegialas tan sinceramente conmovidas todas, que es
difícil puedan olvidar nunca lo que hoy se ha presenciado. ¡Sublime lección de
cristiana fortaleza!, ¿quién puede fielmente describirte? No con el terror que
da la certeza del próximo fin, sino con la dulce tranquilidad del que espera
dormirse a la vida, para despertar en el gozo del Señor, ha recibido la R.
Madre las solemnes y misteriosas ceremonias de la Extremaunción: su rostro de
niña, embellecido por el fervor, encantaba a cuantos tenían la dicha de
contemplarla; verdaderamente si la pena, como antes decíamos, ha de estar en relación
al valor del objeto que se pierde, esta es una pena sin peso, ni medida.
Muchas lágrimas han corrido, pero no
atropelladas como las del dolor que ni espera, ni cree, sino deslizándose sin
sentir por las mejillas, como hijas suaves de la resignación cristiana; así el
pesar de los corazones, grande pero mucho, no ha turbado ni un momento la dulce
paz de la venerable y querida enferma.
A pesar de todo mientras hay un hálito de
vida, la esperanza reaparece en las almas y cuesta mucho desprenderla de ella. ¿No
invocamos al mismo cuyo inmenso poder curó al Paralítico, sanó a los leprosos y
resucitó a la hija de Jairo? ¿Por qué no ha de escuchar las súplicas que se le
dirigen por esta criatura tan joven todavía y tan llena de encendidos deseos
por la gloria de su Padre celestial?
DÍA 11
El día ha sido muy penoso para la enferma,
gran calentura que llega en su período álgido a 39 grados y 7 décimas,
continuas fatigas que a veces amenazan con asfixia completa y en medio de todo
este sufrimiento verdaderamente horrible, completa lucidez de inteligencia,
inalterable paz y hasta dulce alegría con rasgos de agudeza de ingenio,
asombrosos en tal situación.
Animándola su piadoso Director llego a
decirle que para que el milagro por intercesión de S. José fuese más visible
había de estar en la agonía y recobrar la salud. A lo que contestó con tanta
viveza como gracia: "¡Ay! ¿y he de
padecer dos agonías yo que tanto temo a una?"
Por la tarde vino el P. Hidalgo, rezó la
novena que se está haciendo a la Inmaculada, con el Sagrario abierto y después
de un precioso acto de consagración al Sagrado Corazón de Jesús dio la
bendición con el Santísimo a la enferma.- "No
hay monja más feliz que yo", decía con santa alegría, "¡cómo me paga Ntro. Señor lo poco que
padezco!"
El principio de la noche fue muy angustioso,
aumentaban las fatigas, érale imposible acostarse y la calentura no cedía; a la
una menos cuarto vino el facultativo Dr. Mariani, que previamente había
anunciado su visita, "no porque fuese necesaria, sino porque de aquí a
mañana faltaban muchas horas", dijo, pues la delicadeza de la R. Madre es
tanta que no quiere por nada que se molesten a causa de ella. Vino y como
interesadísimo en aliviar los progresos de la enfermedad, que es su constante
preocupación hace muchos meses, le dispuso algunas medicinas y le encargó
procurase echarse a ver si descansaba, pero al primer ensayo fue tal el peligro
de quedar asfixiada, que el mismo médico la levantó apresuradamente, tomó una
cucharada de medicamento y un rato después de retirarse Mariani pudo echarse y
dormir algunas horas, cuyo descanso le prodigó un ligero alivio en las primeras
horas del día.
DÍA 12
La mañana con intervalos tranquilos, pero
después de medio día, aumenta la gravedad.
El P. Hidalgo ha querido hacerle esta tarde
la recomendación del alma y en efecto después de la novena y la bendición con
el Santísimo dirigiéndose desde el altar primero a la enferma y después a la
Comunidad y personas reunidas en el oratorio, revestido de sobrepelliz y estola
morada, y acompañado del Presbítero D. Antonio Flores se aproximaron al lecho
de la enferma y leyendo las preces marcadas en el Ritual para este caso. Con la
tranquilidad y alegría del justo y sonriendo dulcemente ha escuchado la R.
Madre las oraciones que hacían enternecer y derramar lágrimas a cuantos las
escuchaban ¡tan cierto es que no es morir, sino pasar del destierro de la vida
al gozo eterno del Señor, acabar la existencia animada por la fe, llena de
esperanza, abrasada en el amor de Dios, fortalecida con cuantos perdones e
Indulgencias concede la Iglesia nuestra Madre a las almas como la suya,
bendecida repetidas veces por el Sagrado Corazón de Jesús en el misterio
adorable de su amor, aspirando el perfume de incienso que se quema en honor del
Santo de los Santos y escuchando como divinas melodías los cantos
verdaderamente de ángeles con que alaban sus hijas a la Virgen Inmaculada,
Protectora amante de esta Congregación.
La noche sin embargo se presenta cruel por
los repetidos accesos de todos, semejantes a los golpes del martillo en el
yunque, sufrimientos de esta enfermedad, para la cual no tiene la ciencia
humana remedio alguno, no ya que la cure radicalmente sino siquiera que pudiera
adormecer sus martirios. ¡Que Dios vuelva sus ojos misericordiosos a su humilde
y paciente sierva que tan de veras ha procurado su gloria! y le conceda algún
descanso en las eternas horas de esta noche de invierno.
A las ocho de la mañana de hoy ha llegado la
Superiora de Zaragoza, esta noche llega la de Sevilla, y mañana a primera hora
la de Burgos. Ni lo riguroso del tiempo, ni las distancias, ni las delicadezas
propias, ninguno detienen a estas atletas de la caridad y el amor, todas se
apresuran a rodear el lecho donde agoniza su amada Madre, todas quieren
imprimir en sus almas algo de esta vida que se evapora, para continuar la obra
que ella fundó, realizó y perfeccionó.
DÍA 13
La noche penosísima, con accesos de asfixia
casi continuos; por la mañana, poco después de las cinco, dijo Misa el P.
Hidalgo le administró la sagrada Comunión y después hizo un fervoroso acto de
consagración y petición al Sagrado Corazón de Jesús, dando también la bendición
con el Smo. a la enferma, entonces relativamente tranquila.
El día ha pasado sin alternativas distintas,
pero todas alarmantes.
Por la tarde continuó la novena de la
Inmaculada que hizo el P. Hidalgo con el Sagrario abierto, volviendo después a
hacer nuevo acto de consagración y petición al Sagrado Corazón de Jesús:
concluido todo acompañó algún rato a la enferma y se retiró recomendando que le
llamasen inmediatamente, si aumentaba la gravedad.
A las 9 de la noche llegaron de Sevilla M.
Asunción, superiora de la casa de Sevilla, con M. Mª Josefa Orti, que se había
levantado de la cama el día antes para tomar el tren mixto en el cual llegaron
con el cansancio consiguiente, aumentado con las crueles angustias de aquel
terno día y el temor y la incertidumbre de hallar cadáver a la que venían a
buscar. No quiso Dios que tuviesen esta pena y la misma R. Madre (entonces un
poco animada) las recibió y abrazó con la dulzura y alegría inalterables que
manifiesta aún en medio de los mayores tormentos. También ha hecho Ntro. Señor
que, cuando se creía que Madre Orti hubiera de tener que rendirse en cama por
su anterior padecimiento y precipitado viaje, ha mejorado y no sólo puede
satisfacer su anhelo de acompañar cuanto le es posible a la enferma, sino que
está capaz de cumplir todos los actos de comunidad.
DÍA 14
La noche penosa, sin embargo ha podido
recibir en la Misa la sagrada Comunión. Ha vuelto a hacerse el acto de
consagración y petición por el P. Hidalgo; todos los días comulga entera la
Comunidad ¡ojalá quiera el cielo aceptar en favor de la R. Madre las súplicas
que se le dirigen!
A las 8 de la mañana ha llegado la Superiora
de Burgos M. Ana María, hermana de la Madre Asunción, todas están ya en su
puesto y esperando resignadas el cumplimiento de la voluntad divina.
El día ha sido muy fatigoso para la enferma,
a consecuencia quizás de que ayer sábado recibió la visita del Sr. Obispo y la
de un tío suyo el Sr. Conde de Vigo que, para asuntos de sumo interés y previa
licencia del Prelado, tuvo también que hablarle. Como, a pesar de las fuertes
calenturas que suben en ocasiones a cerca de cuarenta y dos grados, tiene firme
la cabeza y la inteligencia tan clara que está en todo, se ocupa de negocios
importantes y pone las firmas que son necesarias como si se hallase
perfectamente buena.
A ratos sin embargo las fatigas son tan
crueles que parece acaban con ella. ¿Cómo puede resistirlos una naturaleza tan
destruida? Muestras son de la omnipotencia divina que no podemos nunca
alcanzar.
Por la tarde la novena que antes era con
música ha sido rezada volviendo el P. Hidalgo a hacer distinto acto de
Consagración y petición al Sagrado Corazón de Jesús.
DÍA 15
La R. Madre ha pasado la noche tan tranquila,
que puede decirse ha disfrutado de sueño toda ella; ha comulgado como de
costumbre, haciéndose después las súplicas como los días anteriores, después de
las nueve ha empeorado tanto que parece por momentos faltarle aire que
respirar.
La calentura sube y baja de un modo horrible,
día hay que sufre tres recargos, faltándole sólo en los períodos álgidos una
décima para los cuarenta grados. No pierde sin embargo el sentido, ni la
serenidad, cuando puede hablar sólo dice que la misericordia del Señor con ella
es infinita, que su enfermedad parece mucho y no es nada, porque menos no se
puede sufrir; que, qué es ella para compararlo con lo que pasó el Señor en la
Cruz; tales son sus pensamientos que endulzan la agonía de un alma tan justa
como la suya.
Por la tarde ha concluido la novena de la
Inmaculada, la R. Madre había dicho que abrigaba la esperanza de que ya que no
la había llevado la Sma. Virgen en su día, la llevara en su octava, pero ésta
terminó y si bien no hay esperanzas de alivio, la enfermedad continúa como
estaba. También hoy se ha hecho el acto de consagración y recibido la enferma
la bendición con el Smo. de manos del P. Hidalgo.
DÍA 16
La noche mala, la tos muy pertinaz y en ella
con frecuencia esputos de sangre: los ataques de asfixia son más continuos;
como de costumbre y reanimada milagrosamente, ha recibido la sagrada Comunión y
presenciado el acto de consagración y súplica, nuevo cada día, que el
incansable P. Hidalgo dirige al Sagrado Corazón de Jesús.
Durante el día ha continuado mal y, sin
embargo, en los breves ratos que se lo permite el rigor de sus padecimientos,
habla, anima y conforta a las que la rodean, manifestando sus deseos de
descansar en la gloria, ni una queja se le ha oído de la cruel enfermedad,
antes le parece poco todo lo que sufre.
Esta tarde por deseo de la M. Asunción se ha
empezado un triduo a San José: la enferma continúa muy fatigada y parece
prepararse una noche penosísima.
En previsión de lo que pueda suceder hace dos
días se queda en la casa para asistirla en los últimos momentos, el modesto y
virtuosos sacerdote Sr. D. José Pascual de quien vamos a permitirnos decir
algunas palabras.
El Padre José como le llaman afectuosamente
cuantos le tratan, fue antiguo y buen amigo del Señor D. Manuel Riega, esposo
de Dª Mª Eulalia Vicuña inolvidables fundadores de esta benéfica casa: su
iniciativa y apoyo orilló muchas dificultades y unido al pensamiento que
lentamente se desarrollaba, protegiéndole en cuanto estaba de su parte, aunque
por su humildad, escondido siempre en último término, ha sido uno de los más
decididos bienhechores de la Congregación. Todo lo de esta fundación lo
considera como cosa propia, por lo tanto hállase siempre dispuesto a confesar,
director de los ejercicios (que los días festivos hacen a las acogidas) y
cuanto pueden necesitar de él. Tiene entre las Colegialas confesadas que desde
la fundación de la casa han sido dirigidas por él, excelentes esposas y madres
de familia, que después de la gracia divina a él deben las virtudes que
sencillamente practican.
Con tales circunstancias y la de conocer y
tratar a la R. Madre desde que era niña, puede considerarse la adhesión que le
profesa y el sincero dolor que sufre en estos momentos, que ve apagarse como
una luz la vida de la ínclita fundadora.
DÍA 17
Seguramente será inolvidable para cuantos
quieren de corazón a la santa enfermita. La noche fue regular, por la mañana
pudo como en todas comulgar con sus hijas, pero a las doce empezó una gravedad
tal que cerca de las dos la alarma era grandísima: hubo momentos en que se
creyó todo concluido y estallaron sollozos a la vez que se derramaban lágrimas
amarguísimas. En tanto la R. Madre reclinada en una pila de almohadas,
dilatados sus ojos por la asfixia y casi amoratado el rostro sostenía una lucha
horrible entre la vida y la muerte. Hallábase el P. Hidalgo a su lado y
entretanto se hizo el Via-Crucis en la Capilla por la colegialas y después se
rezó la corona dolorosa en el oratorio; por fin calmó un poco tan cruel estado
y precisamente llegaron entonces con un papel de interés que debía firmar la
enferma, la cual sobreponiéndose al padecimiento, con admirable presencia de
ánimo, firmó el escrito con la misma seguridad de pulso que si estuviera buena.
Continuó a ratos fatigadísima, hízose el triduo por la noche y contra toda
esperanza la ha pasado relativamente tranquila.
DÍA 18
Los breves descansos de la noche son
destruidos por las angustias del día. La tos por la mañana era poca antes de
comulgar, después de recibir la bendición con el Smo., se adormeció descansando
un rato, pero luego volvieron las fatigas con nueva intensidad.
Tiene hasta tres recargos diarios en la
calentura, uno por la mañana, otro por la tarde y otro a las altas horas de la
noche. En la madrugada de ayer decía a M. Asunción (tan bajo pues apenas tiene
voz que mas bien se le adivinaba que se la oía) tenía cuarenta grados y décima
y ½ de calentura: "Si continúa la
calentura subiendo no llego ni a las cinco de la mañana". Bajó sin
embargo rápidamente como había subido para tornar a crecer pocas horas más
tarde. También decía anteayer a una hermana: "Hª Adelaida mi vida están en un hilo, pero en un hilo".
Se ha hecho el segundo día de triduo. ¡Quiera
el Señor si no devolverle la salud darle fortaleza en la batalla que sostiene y
dulcificar sus angustias!
DÍA 19
Cerca de las siete dijo Misa el P. Hidalgo,
(que en los días anteriores ha venido poco después de las cinco) no hubo
bendición con el Smo. ni dijo el acto de consagración al Sagrado Corazón de
Jesús: dio la S. Comunión a la enferma y Comunidad y acompañó hasta después de
las ocho a la R. Madre. Mucho consuelan estas visitas y las exhortaciones de
tan sabio y prudente director a la enferma, bien que es la grandeza inmensa de
alma con que resiste los padecimientos y la ardentísima fe y amor de Dios que
consume su puro corazón. Ella misma dijo ayer a su médico que apenas veía, con
una tranquilidad admirable, tan cierto es que se halla hace más de once días
agonizando en la cruz!
Esta noche se ha empezado un triduo el 1er
día dedicado a San José como día 19 que es, mañana sábado a la Sma. Virgen y el
domingo al S. Corazón de Jesús. El P. José dio la bendición con el Smo. a la R.
Madre después de rezar el rosario y las oraciones del triduo.
Las alternativas no son tan buenas, efecto
según creo de la progresiva pérdida de fuerzas: es una lámpara que va
consumiendo hasta la última gota de aceite.
DÍA 20
La noche relativamente tranquila; tendida por
decirlo así en el lecho; dormida o rendida al letargo de la calentura: cada
mañana que se le lleva la S. Comunión es un nuevo motivo de admirar que haya
podido salir de la noche. También ha dicho Misa el P. Hidalgo cerca de las
siete haciendo después de ella el acto de consagración y petición al S. Corazón
de Jesús y dando la bendición con el adorable Sacramento.
El abatimiento y postración aumentan y como
consecuencia las esperanzas disminuyen.
Durante seis días, religiosas, jóvenes, bienhechores y amigos velaron los restos mortales de santa Vicenta María López y Vicuña |
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