1919: Desembarcan en La Habana, la Madre Visitadora, María de Santa Teresa Romero Yagüe y su acompañante M. Gloria de María Gumá y Soler. Embarcaron en Bilbao el 16 de abril, a bordo del Vapor “María Cristina”. Con ellas embarcaron M. María del Gran Poder González, M. María de la Purificación Pascua, M. María de Santa Victoria Lobera, M. María Ascensión de Jesús García, M. María de la Santa Cena Abril y H. María de la Santa Cruz Martínez, destinadas a las casa de La Habana y México.
1922: El Sr. Obispo de Madrid, Dr.
Prudencio Melo y Alcalde bendijo y colocó la primera piedra de la
Iglesia en la
Casa Madre. La Revista “Anales de mi Colegio” lo narró así para las que no
estuvimos presentes:
FIESTA GRATÍSIMA
¡Oh! Qué cara de satisfacción y júbilo hubierais mostrado
colegialas madrileñas ausentes, si por un rinconcito o trasladadas en un
aeroplano sobre los jardines del Colegio hubierais contemplado la encantadora
y familiar fiestecita del primer domingo de mayo.
¿Y qué pensáis que fue?... Digo, pensáis. A buen seguro que
muchas, gracias a los teléfonos, trenes y correos lo sabréis ya de sobra,
¿verdad que sí?
Pues contando con esto, pero suponiendo que como fieles colegialas
gozaréis con el relato del engrandecimiento de “vuestra casa”, mi limitaré a exponeros
sencillamente el objeto y las circunstancias de la fiesta.
Se trataba de bendecir y colocar la primera piedra para la
iglesia del Colegio de Madrid, iglesia que se hace cada vez más necesaria y
que, previéndolo, sin duda, tanto deseó nuestra Madre Fundadora ver elevada.
Años antes, mirando el jardín que hoy ocupan los cimientos de la iglesia, dijo:
“Aquí se hará nuestra Capilla”.
El Ilmo. Sr. Obispo tuvo la delicadeza de querer asistir a
la fiesta, siendo él el que bendijo y colocó la primera piedra en el sitio de
antemano preparado.
Las colegialas internas y las pequeñas de la sección de
huérfanas formaban filas alrededor de la tapia del jardín por un lado; al otro,
las externas en filas más compactas. Todas cantaban fervorosamente el ¡Oh María!
Y el himno del Congreso.
Se hicieron las preces de rúbrica y se leyó la siguiente
oración compuesta para el acto por la Rvma. Madre General:
¡Oh Dios y Señor nuestro! Al principiar la construcción de
este templo que ha de ser morada vuestra: bajo la primera piedra que ha de
sostenerle queremos encerrar nuestras súplicas para que los siglos de los
siglos sigan presentando ante el Trono de la Santísima Trinidad nuestras
fervientes oraciones y santos deseos, cuales son: que en él se os dé gloria
constantemente, pidiéndoos lo primero, a imitación de aquella mujer fuerte,
iniciadora de nuestra Obra, Eulalia de Vicuña, que tanto se desvivió y
sacrificó por la salvación de las jóvenes sirvientas: “que no se pierda ninguna
de estas almas aunque sólo llegue a pisar el umbral de nuestras Casas”. En
nombre de nuestra venerada Fundadora, vuestra sierva Vicenta María, os
suplicamos también que reine en todo su Instituto espíritu religioso de
abnegación y de celo por la salvación de esas almas a su custodia confiadas que
tan encomendado nos dejó. Os pedimos, asimismo por las jóvenes obreras de
nuestras Academias; por todas las familias que generosamente contribuyen con
sus limosnas a levantar este templo en honor de vuestra Madre Inmaculada,
Reina, Madre y Patrona nuestra amantísima, e igualmente pedimos la salvación de
cuantas personas tomen parte en esta construcción, dirigiéndola o ejecutándola.
Que no en vano pongan estos obreros sus manos en levantar el lugar de oración
donde Vos dispensaréis a las almas tantas gracias sobrenaturales. También
pedimos por nuestra Santa Madre la Iglesia, por vuestro Vicario, por nuestro
Católico Monarca y toda su Real Familia, por nuestros Prelados, muy en
particular por el diocesano de esta Casa-Madre, Excmo. y Rvdo. Sr. D. Prudencia
Melo, y por todos los bienhechores del Instituto.
Por último, Señor y Dios nuestro, esperamos de vuestra
infinita misericordia que apartéis de nosotras el peligro que amenaza esta
santa Casa, en la que tanto se desea amaros y serviros por multitud de tan diferentes
clases de personas que en ella se cobijan, y en la que vivió y murió nuestra
insigne Fundadora, reposando en sus muros sus venerados restos. No permitáis,
Señor, que esta vuestra morada de oración y enseñanza cristiana sea demolida
para levantar casas destinadas quizás a las locuras y vanidades del mundo,
profanando este suelo santificado con vuestra Real Presencia, en donde moráis
ahora real y verdaderamente y en donde derramáis a torrentes vuestras infinitas
misericordias.
Se levantó acta de la ceremonia, firmándola el Excmo. y Reverendísimo
Sr. Obispo, varios Religiosos y Sacerdotes y distinguidas señoras.
Preparados en el jardín de ochocientos a mil cubiertos sobre
multitud de mesas en las que no faltaba un detalle, manteles, servilletas de
papel de seda, flores, etc., se sirvió un riquísimo chocolate con bollo a todas
las colegialas asistentes, externas e internas, quienes, no sabiendo cómo
demostrar su alegría, se deshacían en vivas y aplausos estruendosos,
continuando el recreo hasta las ocho.
(AnMC IV/13 (1.07.1922) 28-30)
1965: Primer viernes del mes de mayo.
La Curia General se traslada desde Via Palestro, donde residía temporalmente desde
el 8 de noviembre de 1959 a su nuevo domicilio, «Villa Santa María» en Via Cassia 585. A las 6 de la tarde celebra
el P. Ernesto Mura la Santa Misa en el oratorio provisional preparado en lo que
será Sala Capitular y dejó el Santísimo Reservado. Después de la Misa se erigió
el Vía Crucis y se procedió a bendecir la parte de la casa que iban a habitar.
2015: La comunidad de Via Cassia,
la comunidad del Terceronado, y una reducida Curia (porque solamente estaban en Roma
H. María Amelia Herrero, H. María Luisa García y H. Berenice Camacho) vive una jornada
de acción de gracias al Señor por los 50 años de servicio a la Iglesia en esta casa
curia. Es cierto que desde 1958 hasta 1961 hubo una pequeña comunidad viviendo en
la Villa adquirida para construir la nueva sede del gobierno general. Pero, como
fecha significativa para la celebración jubilar hemos elegido, y tal vez no al caso,
este día en el que M. María de la Redención Navas con todo su Consejo y algunas
Hermanas más se instalaron aquí y celebraron la primera Eucaristía.
De Eucaristía a Eucaristía, como un eslabón más en la vida del
Instituto, presidió la de hoy D. Carlos Mendiola Martínez, de la Secretaría de Estado
del Vaticano , que nos invitó a tener presentes a las que hace 50 años celebraron
la primera Eucaristía en esta casa y a las que dentro de otros 50 celebrarán la
del primer centenario, sin olvidar a todas las que hoy formamos el Instituto.
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