sábado, 7 de mayo de 2022

Un día como hoy... un centenario y otras cosas

 1919: Desembarcan en La Habana, la Madre Visitadora, María de Santa Teresa Romero Yagüe y su acompañante M. Gloria de María Gumá y Soler. Embarcaron en Bilbao el 16 de abril, a bordo del Vapor “María Cristina”. Con ellas embarcaron M. María del Gran Poder González, M. María de la Purificación Pascua, M. María de Santa Victoria Lobera, M. María Ascensión de Jesús García, M. María de la Santa Cena Abril y H. María de la Santa Cruz Martínez, destinadas a las casa de La Habana y México.

1922: El Sr. Obispo de Madrid, Dr. Prudencio Melo y Alcalde bendijo y colocó la primera piedra de la
Iglesia en la Casa Madre. La Revista “Anales de mi Colegio” lo narró así para las que no estuvimos presentes:



FIESTA GRATÍSIMA

¡Oh! Qué cara de satisfacción y júbilo hubierais mostrado colegialas madrileñas ausentes, si por un rinconcito o trasladadas en un aeroplano sobre los jardines del Colegio hubierais contemplado la encantadora y familiar fiestecita del primer domingo de mayo.

¿Y qué pensáis que fue?... Digo, pensáis. A buen seguro que muchas, gracias a los teléfonos, trenes y correos lo sabréis ya de sobra, ¿verdad que sí?

Pues contando con esto, pero suponiendo que como fieles colegialas gozaréis con el relato del engrandecimiento de “vuestra casa”, mi limitaré a exponeros sencillamente el objeto y las circunstancias de la fiesta.

Se trataba de bendecir y colocar la primera piedra para la iglesia del Colegio de Madrid, iglesia que se hace cada vez más necesaria y que, previéndolo, sin duda, tanto deseó nuestra Madre Fundadora ver elevada. Años antes, mirando el jardín que hoy ocupan los cimientos de la iglesia, dijo: “Aquí se hará nuestra Capilla”.

El Ilmo. Sr. Obispo tuvo la delicadeza de querer asistir a la fiesta, siendo él el que bendijo y colocó la primera piedra en el sitio de antemano preparado.

Las colegialas internas y las pequeñas de la sección de huérfanas formaban filas alrededor de la tapia del jardín por un lado; al otro, las externas en filas más compactas. Todas cantaban fervorosamente el ¡Oh María! Y el himno del Congreso.

Se hicieron las preces de rúbrica y se leyó la siguiente oración compuesta para el acto por la Rvma. Madre General:

¡Oh Dios y Señor nuestro! Al principiar la construcción de este templo que ha de ser morada vuestra: bajo la primera piedra que ha de sostenerle queremos encerrar nuestras súplicas para que los siglos de los siglos sigan presentando ante el Trono de la Santísima Trinidad nuestras fervientes oraciones y santos deseos, cuales son: que en él se os dé gloria constantemente, pidiéndoos lo primero, a imitación de aquella mujer fuerte, iniciadora de nuestra Obra, Eulalia de Vicuña, que tanto se desvivió y sacrificó por la salvación de las jóvenes sirvientas: “que no se pierda ninguna de estas almas aunque sólo llegue a pisar el umbral de nuestras Casas”. En nombre de nuestra venerada Fundadora, vuestra sierva Vicenta María, os suplicamos también que reine en todo su Instituto espíritu religioso de abnegación y de celo por la salvación de esas almas a su custodia confiadas que tan encomendado nos dejó. Os pedimos, asimismo por las jóvenes obreras de nuestras Academias; por todas las familias que generosamente contribuyen con sus limosnas a levantar este templo en honor de vuestra Madre Inmaculada, Reina, Madre y Patrona nuestra amantísima, e igualmente pedimos la salvación de cuantas personas tomen parte en esta construcción, dirigiéndola o ejecutándola. Que no en vano pongan estos obreros sus manos en levantar el lugar de oración donde Vos dispensaréis a las almas tantas gracias sobrenaturales. También pedimos por nuestra Santa Madre la Iglesia, por vuestro Vicario, por nuestro Católico Monarca y toda su Real Familia, por nuestros Prelados, muy en particular por el diocesano de esta Casa-Madre, Excmo. y Rvdo. Sr. D. Prudencia Melo, y por todos los bienhechores del Instituto.

Por último, Señor y Dios nuestro, esperamos de vuestra infinita misericordia que apartéis de nosotras el peligro que amenaza esta santa Casa, en la que tanto se desea amaros y serviros por multitud de tan diferentes clases de personas que en ella se cobijan, y en la que vivió y murió nuestra insigne Fundadora, reposando en sus muros sus venerados restos. No permitáis, Señor, que esta vuestra morada de oración y enseñanza cristiana sea demolida para levantar casas destinadas quizás a las locuras y vanidades del mundo, profanando este suelo santificado con vuestra Real Presencia, en donde moráis ahora real y verdaderamente y en donde derramáis a torrentes vuestras infinitas misericordias.

Se levantó acta de la ceremonia, firmándola el Excmo. y Reverendísimo Sr. Obispo, varios Religiosos y Sacerdotes y distinguidas señoras.


Pero no terminó ahí la fiesta.

Preparados en el jardín de ochocientos a mil cubiertos sobre multitud de mesas en las que no faltaba un detalle, manteles, servilletas de papel de seda, flores, etc., se sirvió un riquísimo chocolate con bollo a todas las colegialas asistentes, externas e internas, quienes, no sabiendo cómo demostrar su alegría, se deshacían en vivas y aplausos estruendosos, continuando el recreo hasta las ocho.

(AnMC IV/13 (1.07.1922) 28-30)

 


1965: Primer viernes del mes de mayo. La Curia General se traslada desde Via Palestro, donde residía temporalmente desde el 8 de noviembre de 1959 a su nuevo domicilio, «Villa Santa María» en Via Cassia 585. A las 6 de la tarde celebra el P. Ernesto Mura la Santa Misa en el oratorio provisional preparado en lo que será Sala Capitular y dejó el Santísimo Reservado. Después de la Misa se erigió el Vía Crucis y se procedió a bendecir la parte de la casa que iban a habitar.

2015: La comunidad de Via Cassia, la comunidad del Terceronado, y una reducida Curia (porque solamente estaban en Roma H. María Amelia Herrero, H. María Luisa García y H. Berenice Camacho) vive una jornada de acción de gracias al Señor por los 50 años de servicio a la Iglesia en esta casa curia. Es cierto que desde 1958 hasta 1961 hubo una pequeña comunidad viviendo en la Villa adquirida para construir la nueva sede del gobierno general. Pero, como fecha significativa para la celebración jubilar hemos elegido, y tal vez no al caso, este día en el que M. María de la Redención Navas con todo su Consejo y algunas Hermanas más se instalaron aquí y celebraron la primera Eucaristía.

De Eucaristía a Eucaristía, como un eslabón más en la vida del Instituto, presidió la de hoy D. Carlos Mendiola Martínez, de la Secretaría de Estado del Vaticano , que nos invitó a tener presentes a las que hace 50 años celebraron la primera Eucaristía en esta casa y a las que dentro de otros 50 celebrarán la del primer centenario, sin olvidar a todas las que hoy formamos el Instituto. 


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