miércoles, 7 de diciembre de 2016

FELIZ DÍA DE LA INMACULADA

M. María Cruz Gil regaló a la Congregación, en cada uno de los años de su gobierno como superiora general, una carta con motivo de la solemnidad de la Inmaculada. Sus sucesoras, con gozo por parte de todas las que componemos el Instituto, han mantenido fielmente la iniciativa. En los años anteriores, la Madre General acostumbraba dirigirse a todas con motivo de la Navidad.
Sin embargo fue M. María Teresa Orti, la primera que sintió «como necesidad de comunicarme con todas y cada una de V.V. C.C. para que en tan solemne fiesta el lazo que nos une dentro de nuestro amadísimo Instituto se estreche más y más pudiendo regocijarnos como si en él un solo corazón palpitase de amor y entusiasmo por la Stma. Virgen, nuestra Patrona y Madre amantísima, Madre que, en su inmenso amor por el Instituto ha querido darnos su nombre glorioso de un modo providencial que no deja duda de que Ella así lo ha querido».
La Madre escribía el 3 de diciembre de 1904, «al acercarse la fiesta de nuestra Purísima Madre en el año jubilar del Dogma de su Concepción Inmaculada». Con el paso del tiempo las instituciones crecen, se expanden y como insensiblemente se empieza a entibiar el calor del fervor primero… algo de eso pudo percibir M. María Teresa Orti cuando escribió a la Congregación la primera carta de la Inmaculada, haciendo a las Hermanas una doble llamada: a la vida y virtud de la observancia religiosa y al trabajo y celo apostólico. La Madre con meridiana claridad llama la atención sobre un aspecto primordial: «Esforcémonos pues, en trabajar con todas nuestras fuerzas y con una exactitud y fidelidad que den el valor que deseamos a todas nuestras acciones. El trabajo, su nombre lo indica, es trabajo y cuesta a la naturaleza doblegarse a él, pero sepámoslo bien claro, nuestro Instituto es de trabajo y abnegación y si queremos cumplir con nuestro deber, henos de abrazarnos estrechamente con el trabajo».
Y les infunde mucho ánimo convencida de que «si queremos podemos llevar el Instituto muy adelante con la gracia de Dios, que ésta no nos falta. Esforcémonos, pues, y cada cual en su puesto cumpla exactamente su cometido, que esta unión y orden son las ruedas, o mejor dicho, las alas que la han de hacer subir muy alto en la presencia de Dios para honra y gloria suya y de la Virgen Inmaculada».
Cuando han pasado más de ciento diez años, cuando casi todo ha cambiado tanto, se me antoja tremendamente válida y actual la invitación de M. María Teresa: «Seamos santas, Hermanas más, sean nuestras miras elevadas, pisemos continuamente nuestras miserias que ellas no han de faltarnos mientras estemos en el mundo. Fijémonos en las virtudes de nuestras Hermanas para amarlas y respetarlas, apartemos los ojos de sus defectos disimulándolos siempre y seamos verdaderas religiosas, verdaderas Esposas de Jesús e Hijas de su Inmaculada Madre».
Salvando todas las distancias, y casi con temor siento hoy los mismos deseos que rebosaron en el corazón de M. María Teresa Orti, y esto pido para mí y para cada una de las que formamos esta familia a la que el Señor nos trajo…
Muy feliz solemnidad de la Inmaculada 2016.
María Digna Díaz
RMI

Roma, 7 de diciembre de 2016



Nota.- El texto íntegro de la carta de M. María Teresa lo tenemos impreso en 100 Años de animación congregaciónal, tomo I, páginas 49-52.

1 comentario:

  1. hola!! Ma. Digna que alegría me dio el saber la iniciativa de tan bello acontecimiento, efectivamente en las comunidad se lee en un ambiente de silencio y oración... y gracias y Felicidades un abrazo grande para tí desde el Norte MÉXICO.

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