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M. María de San Luis de Caso |
sábado, 24 de marzo de 2012
16 de marzo de 1948
Santa Vicenta María López y Vicuña

Vicenta
María, hija única en el seno de una familia profundamente cristiana, crece sana
y despierta. El ambiente que la rodea va agudizando su inteligencia y capta con
facilidad el comportamiento de las personas mayores, disfruta con las fiestas y
con los regalos, goza yendo a la iglesia y contando después cuanto recuerda de
lo que ha oído en el sermón, enseñando a otras niñas de su misma edad el
Catecismo que ella aprende de su padre, o subiendo a la Basílica del Romero
para honrar a nuestra Señora.
A
los cuatro años, recibió el sacramento de la confirmación de manos de D.
Vicente Ortiz de Labastida, Obispo de Tarazona, en la misma parroquia de Santa
María de la Asunción de Cascante.

Cuando
contaba cinco años de edad, vivió la separación de sus padrinos de bautismo,
que tanto tenían que ver en el aprendizaje y práctica de sus primeras
devociones. El día 25 de noviembre de 1851 fallecía en Cascante su tío-abuelo,
el sacerdote D. Joaquín García Rincón. No había pasado un mes, cuando su tía
Dominica marchó a Madrid para ingresar en el Primer Monasterio de la Visitación.
La
profesión religiosa de su tía y madrina, fue la ocasión propicia para realizar
un viaje a Madrid en mayo de 1854 y conocer además a sus tíos maternos, D.
Manuel María Vicuña y su hermana María Eulalia casada con D. Manuel de Riega y
Rico. Entre ellos y Vicenta María se establecieron profundos lazos de afecto
que, lejos de enfriarse, se harían cada vez más estrechos.
En
Madrid permaneció hasta el mes de octubre, pero unos días antes de regresar a
Cascante se confesó por vez primera con D. Luis Marín, de los Siervos de la
Virgen Santísima de los Dolores.
Tenía
diez años cuando hizo su Primera Comunión, el 31 de mayo de 1857, Solemnidad de
Pentecostés. Unos meses más tarde, decidieron sus padres enviarla a Madrid, junto
a sus tíos maternos, don Manuel María y doña María Eulalia Vicuña, con el fin
de completar la educación cultural que sus mayores querían para ella, sin
descuidar para nada su vida de piedad y el crecimiento de su fe cristiana.

En
Madrid, los hermanos Vicuña habían iniciado una obra apostólica y benéfico
asistencial para la acogida y educación de jóvenes sirvientas, que tenía como
principal objeto el de "acoger e
instruir a las jóvenes que, huérfanas o ausentes de sus familias, se dedican o
debieran dedicarse al servicio doméstico, antes de que llegaran a ser víctimas
de la disolución e instrumentos de la perversión pública del Madrid
decimonónico". (Manuel María Vicuña,
Resumen de la fundación protectora de las
jóvenes sirvientas, en el Archivo General de las Religiosas de María Inmaculada,
Roma).

Las
estancias en Carabanchel, a donde se retiran en los meses de verano, huyendo
del calor sofocante de Madrid, no se limitan ni al verano ni al descanso. Los
hermanos Vicuña trabajan cuanto pueden, también en Carabanchel, por aliviar las
necesidades de los pobres, y por ayudar a aquellas gentes a vivir
cristianamente a través de un intenso apostolado eucarístico y mariano. Aprovechaban
las celebraciones de las fiestas de la Virgen del Carmen y del Apóstol
Santiago, de la Virgen del Rosario y los primeros domingos de cada mes para fomentar
la vida sacramental y la catequesis. Vicenta María no solo participa
intensamente de estas actividades, sino que funda ella misma, en 1864, la
‘Asociación del Rosario Viviente’ para promover la devoción y piedad marianas
sobre todo entre las jóvenes y niñas del pueblo.

A
los 17 años, resuelta a dedicar su vida a aquel apostolado y convencida de la
necesidad de fundar una congregación religiosa que garantice su continuidad,
comunica la idea a su director espiritual el P. Victorio Medrano SJ. El jesuita
aprueba la idea con la consigna de dejar
en suspenso la resolución para el porvenir.

El
día 4 de marzo de 1868 se retiró Vicenta María al Primer Monasterio de la Visitación de Santa
María en Madrid, para hacer unos días de Ejercicios Espirituales. Al
terminarlos le preguntó su tía Salesa acerca de la decisión que había tomado en
ellos y Vicenta María respondió: “Las
chicas han triunfado”.
Terminados
los Ejercicios, la joven Vicenta María, con el fin de dedicarse de lleno a la realización
del ideal de su vocación, intenta dar por terminado un pacto familiar
establecido entre padres y tíos, según el cual pasaba los veranos en Cascante y
el resto del año en Madrid dedicada a su formación.

Vicenta
María, durante aquel verano, como el resto de su vida, aplicó a aquella
situación dolorosa el mejor remedio que poseía: una vida de oración intensa y
una fe inquebrantable en que el Señor daría los medios y abriría el camino. La
respuesta no se hizo esperar: el día de la Solemnidad de la Inmaculada, la
ciencia médica depuso sus armas y don José María López rindió su voluntad a la
de Dios.
En
febrero de 1869, algo repuesta de su enfermedad, regresa Vicenta María a Madrid
con la ilusión de hacer vida comunitaria con algunas de las señoras colaboradoras
en el Asilo de Sirvientas, pero le esperaba otro duro golpe.
El
día 2 de marzo falleció Manuel María Vicuña, de quien ella misma afirma en
relación a la obra a favor de las jóvenes sirvientas, que era el alma de todo
lo que su hermana realizaba.
La
situación social y política, del todo adversa para la puesta en marcha nuevas
fundaciones religiosas, y la necesidad de dedicarse a asuntos de la
testamentaría de su tío Manuel María frenaron algo la realización de los
proyectos de la joven fundadora.
Sacando
fuerza de lo débil y haciendo de la
necesidad virtud, como ella solía decir, Vicenta María se entrega por
completo a las tareas de la obra apostólica, al mismo tiempo que elabora el
diseño de la nueva Congregación con el estudio y la oración, principales bases
en la redacción de las Constituciones y reglas.
El
día 22 de febrero de 1871, mientras daban tiempo al tiempo y esperaban un
cambio significativo en la política española, Vicenta María, su tía María
Eulalia y un pequeño grupo de señoras empezaron a hacer vida de comunidad,
usando un modelo de vestido uniforme, en un piso de la plaza de San Miguel,
número 8, en el que convivían con las jóvenes sirvientas acogidas.
A
las tareas que ya venían desarrollando de: control de asistencia de las jóvenes
al Asilo, seguimiento personal a las jóvenes internas, enseñanza del catecismo
y doctrina cristiana, comuniones generales, congregaciones marianas, visitas en
las casas donde sirven, la minuciosa organización de fiestas y reparto de
premios, la escuela dominical y las misa de Comunión general, añade Vicenta
María una de las novedades más significativas en la obra apostólica con las
sirvientas: que todas las acogidas que
entran por primera vez y las que hayan pasado por lo menos un año sin haberlos
hecho, deberán hacer unos días de Ejercicios antes de colocarse. Es acaso el
único medio de hacer que se fijen en la importancia de su salvación, el más
eficaz para arreglar sus conciencias y poner el cimiento para emprender una
vida cristiana y de tanta importancia que en ningún tiempo ha de descuidarse
esta práctica que la experiencia acredita ser tan provechosa (Reglas de las
Hermanas directoras de Ejercicios espirituales, en Santa Vicenta
María López y Vicuña, Apuntes de
Ejercicios Espirituales, Roma 1986, p. 343-346).
En
julio de 1875, el P. Isidro Hidalgo y Soba SJ se hizo cargo de la dirección
espiritual de Vicenta María y sus compañeras. En marzo de 1876, el beato
Ciriaco María Sancha y Hervás, que años atrás había entablado amistad con
Vicenta María y sus tíos, y seguía con interés el desarrollo de aquella obra
apostólica, fue designado Obispo Auxiliar de la Diócesis de Toledo con
residencia en Madrid. El Cardenal Moreno y Maisonave le nombró intendente
general de las Órdenes religiosas.
La
presencia en Madrid del Sr. Obispo Sancha y del P. Hidalgo, y la restauración
de la monarquía en la persona del Rey Alfonso XII, fueron providenciales para
el impulso definitivo de aquella obra y la fundación del nuevo Instituto.


Antes
de que se cumplieran los seis meses de la fundación del Instituto, santa
Vicenta María, respondiendo a la llamada del entonces canónigo del Pilar y más
tarde cardenal, D. Antonio María Cascajares, fundó en Zaragoza el segundo
colegio para sirvientas, el día 7 de diciembre de 1876. Seis meses más tarde, la
Madre Fundadora, viajó a Andalucía para abrir la tercera casa en Jerez de la
Frontera, el 2 de junio de 1877.
Las
dificultades se van sucediendo. El 30 de noviembre de 1877, la muerte de doña
María Eulalia Vicuña, hace recaer sobre ella la organización del trabajo con
las jóvenes, que hasta entonces seguía dirigiendo su tía. Lentamente van
llegando nuevas vocaciones. Escasean los medios económicos y es necesario
buscar el apoyo de bienhechores que con sus limosnas ayuden a mantener a las
jóvenes acogidas gratuitamente en la casa. Vicenta María no para. La reciben en
audiencia, la Princesa de Asturias, Doña Isabel de Borbón y sus majestades D.
Alfonso XII de Borbón y Doña María de las Mercedes de Orleans, que envían luego
sus donativos a la casa.
El
domingo de la Santísima Trinidad, 16 de junio de 1878, el P. Victorio Medrano
SJ, recibió los primeros votos públicos que emitían, en la nueva congregación
religiosa, la Madre Vicenta María López y Vicuña y una de sus primeras
compañeras.

A
la muerte de su madre, doña María Nicolasa Vicuña, ocurrida el 24 de noviembre
de 1883, santa Vicenta María traslada a su padre a la casa de Madrid donde
vivirá, en un apartamento independiente al interno del Colegio hasta su muerte,
el 5 de agosto de 1888.
La
cuarta casa la abre en Sevilla el 14 de marzo de 1885 a instancias del jesuita,
P. Celestino Suárez en el convento de San Benito cedido por el Sr. Arzobispo,
D. Ceferino González y García Tuñón. El don de gentes, su carácter abierto y
una gracia particular que poseía para llegar al corazón de las personas pudo
hacer el milagro de que las gentes de Sevilla contribuyeran con sus limosnas, a
hacer realidad la apertura del Colegio para jóvenes sirvientas, en un momento
de particular estrechez económica, debido a las malas cosechas y a la epidemia
del cólera registrada en España aquel mismo año.
Los
jesuitas la animaron a ir a Barcelona, donde se registraba un gran número de
jóvenes que llegaban desde los pueblos de Cataluña y de otras regiones de
España en busca de una colocación. La sierva de Dios, doña Dorotea de Chopitea
y Villota (1816-1891), encontró en la nueva Congregación, la respuesta a su
inquietud por tender una mano al gran número de jóvenes que, en Barcelona,
vivían expuestas a los peligros de la inmoralidad y de la explotación laboral.
Alentada por los jesuitas, desplegó doña Dorotea el celo y la generosidad, que siempre
la caracterizaron, para hacer posible que la Madre Vicenta María llevara a cabo
la fundación de un Colegio para Jóvenes Sirvientas, el 10 de febrero de 1888, en
la calle Condal. Dos años más tarde, el 19 de abril de 1890, la generosidad de
doña Dorotea y el infatigable celo de la Madre Vicenta María hicieron posible
la compra de un terreno en la calle del Consejo de Ciento, donde se construyó un
colegio de nueva planta que ninguna de las dos llegó a conocer.
En
Barcelona, vivió santa Vicenta María, según sus propias palabras, el más fausto acontecimiento desde que la
Congregación existe, con motivo de la concesión del Decreto de Alabanza por
parte de la Santa Sede, el 18 de abril de 1888. En aquellos mismos días,
recibió la visita de la beata Rafaela Ybarra, que le pedía la fundación de un
colegio para sirvientas en Bilbao.
Las
solicitudes de nuevas casas en Bilbao, Valencia, Vitoria o Buenos Aires
tuvieron que esperar algunos años porque a la Madre Fundadora le faltaban,
además de la salud, religiosas para enviar y medios económicos para seguir
extendiendo el Instituto. Desde Barcelona, donde la retuvieron los trámites
para la compra de un terreno para edificar la casa, siguió en todos sus
detalles, la última de sus fundaciones, realizada en Burgos el 7 de diciembre
de 1889.
A
Santa Vicenta María no le faltaron nunca ni el ánimo, ni las ganas de seguir
trabajando por ganar para Cristo las jóvenes, que en número siempre creciente,
iban llegando a sus casas, pero la tuberculosis seguía ganando terreno y
deteriorando seriamente su salud. De
poco sirvieron los viajes al Balneario terapéutico de Panticosa en el alto
Aragón, o la estancia en Molar para tomar las aguas medicinales de la Fuente
del Toro.

A
los nueve meses de haber celebrado el Capítulo General, el 31 de julio de 1890,
la Madre Vicenta María pronunció la fórmula de su profesión perpetua a las
cinco y media de la mañana, postrada en cama porque el estado de debilidad a
que la había reducido su enfermedad no le consentía levantarse sin tomar
alimento y, según el ceremonial, los votos debían pronunciarse ante Jesús
Sacramentado inmediatamente antes de recibir la Comunión. Dos horas más tarde
participó en la capilla de la primera celebración de este tipo que se tenía en
la Congregación para recibir la profesión de nueve compañeras suyas.
En
un intento por ganar algún terreno a la enfermedad, los médicos recomiendan una
estancia en Burgos después de la profesión perpetua y la Madre pasa un mes en
la capital burgalesa y regresa a Madrid sin haber experimentado ningún síntoma
de mejoría.
En
sus apuntes de Ejercicios de 1868, había escrito “si vivimos bien, la muerte será el principio de la vida”. La
última etapa de su vida es de un dolor intenso y continuado, pero también de
una serenidad y alegría que encuentran todo su sentido en el sometimiento a la
voluntad de Dios, según expresiones que ella misma repitió a menudo: “¿Lo queréis Vos, Dios mío? Pues yo también
lo quiero” y “Lo que Vos queráis,
Señor, lo que Vos queráis, no quiero anteponer mi querer al vuestro”.
El
13 de diciembre, recibió la visita del beato Ciriaco María Sancha, que salió visiblemente
emocionado de la habitación de la enferma y confesó al P. Isidro Hidalgo SJ,
que se encontraba en la casa en ese momento: "Padre mío, no saben bien las religiosas lo que pierden; en esa
cabeza cabe medio mundo para gobernarle y otro medio para santificarle; ha derramado
Dios en ella a manos llenas los tesoros de su sabiduría y su gracia."

La
Madre Vicenta María salió de este mundo dejando tras de sí una estela de paz,
de conformidad con la voluntad de Dios, y de deseos de crecer en la perfección
cristiana que arraigó en el corazón de sus religiosas, de las jóvenes y de
cuantas personas tuvieron algún trato con ella.

Desearon
darle sepultura en su propia casa, pero lo trámites, debido al carácter
contagioso de su enfermedad se alargaron demasiado y tuvo que ser conducida al
cementerio. Dos años más tarde regresó a su Casa Madre en la calle de
Fuencarral, en cuya iglesia descansan sus restos mortales.
Introducida
la causa para su beatificación y canonización en Madrid el 19 de febrero de 1915,
fue proclamada beata por el Papa Pío XII, cuarenta y cinco años más tarde, el
19 de febrero de 1950.
El
año de 1975, fue declarado Año
internacional de la mujer, por la Asamblea General de las Naciones
Unidas, y Año Santo para la Iglesia Católica por el Papa Pablo VI. Santa Vicenta María, que se había gastado y
desgastado por dar solidez y continuidad a una obra que busca, por encima de
todo, el reconocimiento de la dignidad de la mujer, fue canonizada en Roma, en la Solemnidad de la
Santísima Trinidad, el 25 de mayo de 1975. El Papa Pablo VI proclamó ante el
mundo su santidad de vida y fijó su fiesta litúrgica el día 25 de mayo.

Aquella
pequeña grey, creció y se expandió con los años, hasta hacerse presente en veintiún
países de cuatro continentes, donde ejercita su apostolado con las jóvenes más necesitadas, especialmente con las que, por
carencia de medios económicos trabajan como empleadas de hogar, o en otras
actividades o se preparan para ocupar un puesto de trabajo en la sociedad.
(Constituciones de las Religiosas de
María Inmaculada, Roma 1987, p. 40).
El
día 7 de diciembre de 1988, el Papa Juan Pablo II, proclamó a Santa Vicenta
María, Patrona de las “trabajadoras del hogar” del Perú.
Texto: María Digna Díaz, RMI
Ilustraciones: M. María de Porta Coeli Mezquita RMI
San José - Protector de la Congregación
Protector de la Congregación es san José, en quien buscamos ejemplo de vida y gracias de intercesión.
Las nuevas formas suelen mandar las precedentes al baúl de los recuerdos.
Capilla de la Casa Curia. Roma |
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Iglesia de la Casa Madre. Madrid |
¡Oh
custodio y Padre de Vírgenes, San José, a cuya fiel custodia fueron
encomendadas la misma inocencia de Cristo Jesús y la Virgen de las
vírgenes, María; por estas dos queridísimas prendas, Jesús y María, te
ruego y te suplico me alcances que, preservado yo de toda impureza,
sirva siempre castísimamente con alma limpia, corazón puro y cuerpo
casto a Jesús y María! Amén
Jesús, José y María
Os doy el corazón y el alma mía.
Jesús José y María.
Asistidme en mi última agonía.
Jesús, José y María
Recibid cuando yo muera el alma mía.
En
cualquier ocasión del año se ofrecían los siete domingos a San José y
durante el mes de octubre, después del rezao del Rosario se le dedicaba
esta oración al Santo Patriarca:
Casa natal de Santa Vicenta María |
Manuel María Vicuña - Inspirador y alma del Colegio para Sirvientas en Madrid
CRONOLOGÍA BÁSICA
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Casa de los Vicuña García en Estella |
1802, Nace en Estella (Navarra) el día 6 de agosto. Hijo de D. José María Vicuña Echevarría y de doña María Manuela García Rincón
1816, Comienza sus estudios de Filosofía en la Universidad de Irache
1818, Comienza los estudios de Derecho en Oñate
1825, Termina la los estudios de Derecho en Pamplona
1826 , Se establece en Madrid
1842, Manuel María forma parte del primer grupo de amigos que dan comienzo a La Congregación de la Doctrina Cristiana en Madrid.
1843, Manuel María Vicuña sugiere y obtiene, a la Junta de la CDC abrir una sala separada, de Convalecencia, para evitar recaídas
1848, Manuel
María Vicuña, promueve el ensayo de un Colegio más extenso en un
departamento del Hospicio, regido por la Hijas de la Caridad
1853, Manuel
María y María Eulalia Vicuña se reúnen con D. Andrés Martínez de Noboa y
D. Antonio María Herrero y el P. Cabañero SJ, y deciden abrir la Casa
de Caridad y crear una «Fundación protectora de las jóvenes
sirvientas». Manuel María alquila un piso con seis camas y su hermana
estableció la Casa de caridad el día 8 de diciembre.
1854, Imprime una circular pidiendo ayuda para la Casa de Caridad para jóvenes huérfanas
1855, Llama a las HH. Carmelitas de la Caridad y se encargan, por una contrata del Establecimiento en C/Humilladero
1855, Redacta
los Estatutos del Asilo de Sirvientas. Compra, junto con D. Antonio
María Herrero y D. Andrés Martínez de Noboa, la casa de la Plazuela de
San Francisco n. 3 y traslada allí el Asilo de Sirvientas
1860, El 14 e mayo tiene lugar la Celebración de la Junta del Asilo de Huérfanas y sirvientas, en la que. Manuel María Vicuña, tiene una exposición reivindicando
la importancia y necesidad de la Fundación no sólo para la moralización
de las clases pobres, sino también de las acomodadas.
1862, Junto con su hermana María Eulalia, toman en arriendo, con fondos de familia, unas habitaciones del ex-convento de S.Francisco, donde establecen la 2ª casa de huérfanas y sirvientas.
1863, Los Hermanos Vicuña se desentienden de la Junta y vuelven a iniciar la obra en favor de las sirvientas como en 1853
1866, Lucha por conseguir una casa para el Asilo y reconocimiento del Gobierno para la Obra de las Sirvientas.
1868, Obtiene,
mediante un Breve del Papa Pío IX, la autorización para tener un
Oratorio particular en el Asilo de Sirvientas donde se puedan celebrar
los sacramentos de Confesión y Eucaristía.
1869, 2
DE MARZO: FALLECE EN MADRID, a la edad de 66 años, 6 meses y 24 días.
Deja como herencia a su sobrina, Santa Vicenta María, los cimientos de
una obra social y apostólica destinada a consolidarse mediante la
fundación de una nueva congregación: Las Religiosas de María Inmaculada,
quienes la extenderían a América, Europa, Asia y África.
Bibliografía:
María Teresa Orti y Muñoz, Vida de la Reverenda Madre Vicenta María López y Vicuña. Angelical fundadora del Instituto de las Hijas de María Inmaculada para el servicio doméstico, Barcelona 19182.
Santa Vicenta María lópez y Vicuña, Cartas, 4 volúmenes, edición de María del Carmen Ara, Madrid 1976
María Digna Díaz Pérez, Historia de la Congregación de Religiosas de María Inmaculada. I: Algunas noticias sobre el origen, fundación y desarrollo de nuestro Instituto (1843-1890), Madrid 2000.
BASIC CHRONOLOGY
House of the family Vicuña Garcia in Estella |
1802, Born in Estella (Navarre) on 6th August of this year. Son of Don José María Vicuña Echevarría and Doña María Manuela García Rincón.
1816, Begins his studies in Philosophy at the University of Irache.
1818, Begins his studies in Law in Oñate.
1825, Completes studies in Law in Pamplona.
1826, He settles down in Madrid.
1842, Manuel María becomes part of the first group of friends who begin the The Congregation of Christian Doctrine in Madrid.
1843, Manuel María Vicuña suggests to the Committee of the above Congregation that they open a separate Ward for Convalescence and obtains approval for the sake of precaution and prevention.
1848, Manuel María Vicuña, promotes the extension of a larger House in the section of the Hospice directed by the Daughters of Charity.
1853, Manuel María and María Eulalia Vicuña meet with Don Andrés Martínez de Noboa, Don Antonio María Herrero and Fr. Cabañero SJ.; they decide to open the House of Charity and create a «Foundation for the protection of young servants». Manuel María rents an apartment with six beds; his sister established the House of charity on 8th December.
1854, He prints a circular letter requesting help for the House of Charity for young orphans.
1855, He asks the Carmelites of Charity to take charge of the Establishment on Humilladero Street, on the basis of a contract.
1855, He formulates the Statutes of the Home for Servants. Together with Don Antonio María Herrero and Don Andrés Martínez de Noboa, he purchases the house on the esplanade of San Francisco No. 3 and transfers the Home for Servants to this new site.
1860, On 14th May at the Committee Meeting of the Association of the Home for Orphans and Servants, Manuel María Vicuña addresses the members, stressing the importance of and need for the Foundation not only for the moralization of the poor classes but also for the normal groups.
1862, Together with his sister, María Eulalia, he uses family funds to rent some rooms at the former Convent of San Francisco, where they establish the second house for orphans and servants.
1863, Don Manuel María and Doña Eulalia Vicuña move away from the Association and once again begin the work in favour of the servants as in 1853.
1866, He struggles to find a house for the Orphanage and Government approval for the Work for Servants.
1868, Through the Papal Document of Pope Pius IX, he obtains authorization for a private Oratory at the Orphanage for Servants for the celebration of the Sacraments of Confession and the Eucharist.
1869, HE DIES IN MADRID ON 2nd MARCH at the age of 66 years, 6 months and 24 days. As an inheritance, he leaves his niece Saint Vicenta María, the foundation of a social and apostolic work destined to be consolidated through the foundation of a new Congregation: The Religious of Mary Immaculate who would eventually extend it to America, Europe, Asia and Africa.
Bibliography:
María Teresa Orti y Muñoz, Life
of Reverend Mother Vicenta María López y Vicuña, Angelical Foundress of
the Institute of the Daughters of Mary Immaculate for domestic service,
Barcelona 19182.
Saint Vicenta María lópez y Vicuña, Letters, 4 volumes, edition of María del Carmen Ara, Madrid 1976.
María Digna Díaz Pérez, History of the Congregation of the Religious of Mary Immaculate, I: Some notes on the origin, foundation and development of our Institute (1843-1890), Madrid 2000.
María Digna Díaz Pérez, History of the Congregation of the Religious of Mary Immaculate, I: Some notes on the origin, foundation and development of our Institute (1843-1890), Madrid 2000.
(Original text: María Digna Díaz RMI
English version: Lena Carvalho RMI)
viernes, 23 de marzo de 2012
La nieve trajo renovación al jardín de Via Cassia
Al mirar las ruinas de Via Cassia
(V.P.T.)
Esto... ¡ay dolor!, que ves ahora
gigantes derribados, árboles caídos,
fueron un tiempo tu jardín amado, tu lugar florido.
Quedan solo memorias funerales
de tantos pasos lentos entre verdes pinos.
Mas...
No te apene el dolor y haz que lo cubra
el manto blanco que del cielo vino.
Surgirá nueva vida, brotarán flores;
y al dar nuevos pasos por aquel jardín
hallarás mil huellas de que Dios da amores.
lunes, 12 de marzo de 2012
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