Cien años en Ciudad Real


El día
30 esperaban en Ciudad Real a las religiosas pero en Madrid, a la hora de salir
de casa, no circulaban ni coches, ni tanvías, y «se quedaron pues, y como la fiesta estaba preparada con invitaciones y
demás para el 1.º, salieron el 31 en el tranvía y sin equipajes; pues ni
ómnibus, ni coches de punto, ni carros, salían a la calle. En fin, ya están
allí y esperamos será para gloria de Dios, solo están 5; 3 Madres y 2 Hermanas,
pues dos que habían de salir de Toledo y fue imposible por no salir los coches
para la estación».

El día
de Año Nuevo, con las que pudieron viajar, D. Francisco Javier de Irastorza y
Loinaz, Obispo de Ciudad Real, tal y como estaba previsto, celebró la Eucaristía
y dejó reservado el Santísimo Sacramento, pero no impuso la toquilla de
postulante a la fundadora porque su familia no
querría asistir a la fiesta de inauguración. El desacuerdo propició una
nueva celebración para el 7 de febrero[1], en que le fue impuesta la toquilla a
Teresa Medrano, cuando rondaba ya los cuarenta y cinco años de edad, aunque, al
parecer, la M. General veía tan joven que le rebajó tres años de su edad.

Una
laguna de catorce largos meses en las crónicas de la comunidad nos impiden conocer
detalles de su etapa final, de su oblación definitiva a la llamada del Señor y
de cómo vivió la comunidad de Ciudad Real su despedida.
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[1] La ceremonia se retrasó, por evitar un desacuerdo familiar, para el día de Reyes, pero al fin parece que tuvo lugar el día 7 de febrero. (Agradezco a H. Angustias Ruiz, Secretaria y Archivera General, su anotación que me permite corregir el error).
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[1] La ceremonia se retrasó, por evitar un desacuerdo familiar, para el día de Reyes, pero al fin parece que tuvo lugar el día 7 de febrero. (Agradezco a H. Angustias Ruiz, Secretaria y Archivera General, su anotación que me permite corregir el error).