jueves, 18 de abril de 2013

125º Aniversario del "Decretum Laudis"



S.S. León XIII

Era el 18 de abril del año 1888 y el Cardenal Ignacio Masotti, Prefecto de la Congregación de Obispos y Regulares firmaba un Decreto por el que Su Santidad, el Papa León XIII «alababa y recomendaba sobremanera» el Instituto de «Hermanas del Servicio Doméstico de la Inmaculada Concepción».

Cuando días más tarde, santa Vicenta María, tenga noticia de la firma del Decreto y de su contenido no dudará en afirmar que se trata de «el más fausto acontecimiento desde que la Congregación existe»
El Decretum laudis era el sello del reconocimiento por parte de la Iglesia y para la Madre Fundadora «ya no queda duda de que Dios quiere que la Congregación exista, y puede esperarse todo, si por nuestra culpa no lo desmerecemos».

Había deseado ella con toda su alma que la Congregación llevara explícito en el nombre el  título de la Inmaculada, pero en Madrid no pareció oportuno y se lo quitaron. En Roma, un ángel, seguramente llamado Santiago Della Chiesa (futuro Benedicto XV) intervino para que se realizara el prodigio que enternecería el corazón de la Madre Fundadora: la Congregación llevaba ya para siempre, en su nombre, el título de la Inmaculada.

Santa Vicenta María López y Vicuña
Quiso la Providencia que Santa Vicenta María desde Barcelona, donde se encontraba, escribiera el día 17 de abril, víspera de la firma del Decreto, una carta circular a toda la Congregación sobre las costumbres que debían guardarse. Allí dice que: 
«En adelante se suprimirá el Sor, que hasta hace poco tiempo precedía a las firmas, y en cambio, debajo del nombre de cada una se pondrán las iniciales de Religiosa de María Inmaculada; siendo la Sma. Virgen, en el misterio de su Concepción sin mancha, no tan sólo nuestra Patrona, sino también nuestra titular, nada más propio que declararlo en esta forma».

Hoy, cuando se cumplen 125 de aquel « fausto acontecimiento», suenan campanas centenarias en México y Santiago de Chile, y las Religiosas de María Inmaculada presentes en 21 países de cuatro continentes, entonan un himno de alabanza y gratitud al Señor, mientras siguen respondiendo a la misión que la Iglesia les confía al servicio de las jóvenes que trabajan como empleadas de hogar, o en otras actividades o se preparan para ocupar un puesto de trabajo en la sociedad.