viernes, 17 de junio de 2016

Un día como hoy... 17 de junio

Llevaban apenas dos meses las Religiosas de María Inmaculada instaladas en el número 1.126 de la Calle Pedro Moreno, en la ciudad de Guadalajara (México). En la casa había diecisiete jóvenes internas y las religiosas tenían organizada ya la “Asociación de Santa Zita” para sirvientas. El 17 de junio de 1922, un cuadro de santa Vicenta María y una imagen de la Inmaculada presidían la sala, engalanada con una alfombra prestada, y un tapete “muy mono”, para cubrir la mesa en la que tomó asiento el siervo de Dios, D. Francisco Orozco y Jiménez, Arzobispo de Guadalajara. Le acompañaban otros cuatro sacerdotes, la superiora de la comunidad, M. Gloria de María Gumà y Soler, y la Presidenta General de las Damas de la ciudad de Guadalajara. Unas cuarenta señoras y señoritas simpatizantes de la casa, colaboradoras y bienhechoras de la obra apostólica completaban la “Junta de Señoras” que allí se celebraba para nombrar cargos. Resultó elegida Presidenta, Elena Camarena, con gran alegría de la comunidad; y Tesorera “una señorita muy piadosa, educada en el Sagrado Corazón”.
Además del nombramiento de los cargos, la Junta acordó cambiar el nombre de “Asociación de Santa Zita” por el de “Liga Protectora del Colegio de Hijas de María Inmaculada para el servicio doméstico”.  El Sr. Arzobispo animó a las señoras a seguir en lo que habían comenzado porque en Guadalajara empezaba a hacer mucho bien la Obra de la Congregación.
M. Gloria de María aprovechó el entusiasmo del Prelado para decirle que la casa que ocupaban resultaba muy pequeña, y Monseñor Orozco ofreció el antiguo convento de los Dolores que él mismo había empezado a habilitar para seminario pero los sucesos ocurridos en el país le habían impedido completar el proyecto. 

sábado, 11 de junio de 2016

Un día como hoy... 11 de junio


Se cumplen ya 140 años desde el día aquel en el que santa Vicenta María y otras dos compañeras recibieron de manos del beato Ciriaco María Sancha el hábito religioso y con esa ceremonia nacía una nueva congregación en la Iglesia: la nuestra.
No fueron fáciles los comienzos, ni lo fue el desarrollo... No llamó el Señor, ni a ellas ni a las que vendríamos detrás,  a una empresa fácil. Santa Vicenta María no duda en decir a las Hermanas que ¿a qué otra cosa hemos venido aquí sino a sufrir? y en eso debemos tener nuestro gusto.
Cuando M. María Teresa recibió la noticia de la aprobación pontificia del Instituto, nueve años después de la muerte de la Madre Fundadora, escribió una carta, tal vez más con el corazón que con la pluma y nos dice, entre otras cosas:
«… de nuestro Instituto y trabajo espera [el Papa] prosperidad para la Religión y el Estado. ¡Quién hubiera podido creer, si el Vicario de Jesucristo no lo dijera, que a tanto puede llegar la influencia de nuestro Instituto! No defraudemos nosotras estas esperanzas, antes, ponderando cuánto enaltecen a nuestro Instituto, aumentemos nuestro amor y aprecio hacia él, considerémonos dichosas de pertenecer al mismo, y empleemos cuanto somos, poseemos y podemos para llevarlo adelante en el servicio de Dios nuestro Señor y de su Santísima Madre, María Inmaculada. No olvidemos que mucho se pedirá a quien mucho se le dio y que para llegar a poner en práctica cuanto la misma Iglesia santa espera de nuestro trabajo, alta tiene que ser nuestra perfección, pues para ello se necesitan corazones generosos siempre dispuestos al sacrificio y a trabajar allí donde sea preciso el trabajo. […] ¡Ojalá sepamos ser siempre dignas hijas de nuestra Fundadora y dignas de su Instituto!».

Un día como hoy iniciaron su vida religiosa en el Instituto 36 Hermanas y perseveraron hasta su muerte 17; comenzaron la etapa del noviciado 42 y perseveraron 22; hicieron sus primeros votos 21 y perseveraron 16; emitimos la profesión perpetua 189 y hasta el día de hoy perseveramos 161. Hoy damos GRACIAS al Señor por querer confirmar nuestra entrega en la Congregación y le pedimos la gracia de trabajar para conservarla en su mayor observancia como en vida de nuestra Madre Fundadora .

viernes, 3 de junio de 2016

Sagrado Corazón

Si duda una de las devociones que con más fuerza marcó la espiritualidad de la Madre Fundadora y la tradición del Instituto fue la del Sagrado Corazón de Jesús.
En 1888 detalla la Madre que: "Tenemos costumbre de hacer la novena del Sagrado Corazón por la mañana muy tempranito, que es la única hora en que las muchachas que están sir­viendo pueden venir, y quisiéramos que no faltara una plática; ... Debe empezar el día del Corpus (31 de Mayo) y acabar el 8 de Junio, fiesta del S. Corazón. El orden que se sigue es este: expo­ner el Smo. a las 5 y 1/2, enseguida la misa rezada, un cántico ligero, y sigue la plática, que vendrá a ser a poco más de las seis, luego se hace la novena y la reserva."
En las posteras recomendaciones de santa Vicenta María a sus hijas está la del encargo de que "Propaguen cuanto puedan la devoción al Sagrado Corazón de Jesús".
 Las primeras 'Velas nocturnas' que la Congregación ofreció a Jesús Sacramentado tuvieron un prevalente carácter reparador y se hacían en las tres noches de carnaval.
En 1941, M. María de San Luis de Caso, obtuvo de la Santa Sede la autorización para velar a Jesús Sacramentado durante toda la noche en todas las casas del Instituto en las vigilias del Sagrado Corazón y de Cristo Rey; una práctica que conservamos con celo y gratitud hasta el día de hoy.
Sagrario ante el que emitió su profesión perpetua la M. Fundadora