sábado, 29 de noviembre de 2014

Las 40 Avemarías

El Papa Francisco nos invita a "mirar al pasado con gratitud"... El 30 de noviembre queda señalado en la historia de la Congregación por algunos acontecimientos:
1854: Doña María Eulalia Vicuña traslada la "Casita" a una casa sin vecindad en la calle del Humilladero con un jardincito y agua para poder lavar.
1877: Fallece en Madrid, calle de la Bola, Doña María Eulalia Vicuña.
1890: D. Manuel Marqués y D. Ricardo Cortés colocaron unas medallas del Sagrado Corazón, de la Inmaculada y de San José en los cimientos de la casa de Barcelona.
Pero durante muchos años, el día 30 de noviembre señalaba el comienzo de un ejercicio piadoso que religiosas y colegialas realizaban desde esa fecha hasta el 24 de diciembre y que actualmente, ha caído en desuso, aunque no del todo... hay Hermanas nuestras que siguen preparando un obsequio para presentarlo a la Virgen en la Nochebuena: "Las 40 Avemarías". Una antigua devoción mariana que H. María Concepción Vera recogió en su 'Misal devocionario catequético':

Ejercicio de las cuarenta Avemarías

 Este ejercicio se empieza el 30 de noviembre y dura los 25 días que preceden al Nacimiento del Niño Jesús. Consiste en rezar diariamente 40 Avemarías con sus respectivas bendiciones. Al terminar sumarán 1000 Avemarías y otras tantas bendiciones que se ofrecen a Nuestra Señora, después de rezada la primera parte del Rosario (Misterios Gozosos), la misma Nochebuena al toque del Angelus o antes de comenzar la Misa.


Oración preparatoria
Yo te ofrezco, Virgen Purísima, estas cuarenta Avemarías y otras tantas bendiciones con que voy a saludarte, con la intención de ganar las indulgencias que por ellas hay concedidas.
Haz, Señora que salgan de un corazón contrito y fervoroso, para que mi oración suba como olor de suavidad hasta el trono de gloria que estás sentada.
Acéptalas en memoria de la dicha que te cupo, cuando te viste elegida por Madre del Verbo eterno, de la alegría cuando le viste nacido, del gozo con que le estrechaste  en tus soberanos brazos,  y de la ternura con que lo alimentaste. Hazme participante, de aquellos vivos deseos con que Tú esperabas su nacimiento, y alcánzame que, preparando mi alma para recibirle con pureza, merezca celebrar su venida, y alabarle con los Ángeles en el pesebre. Amén.

Bendita sea, oh María, la hora en la cual fuiste consagrada Madre de Dios. Ave María (se repite diez veces).
Bendita sea, oh María, la hora en la cual nació el Niño Jesús, Hijo de Dios. Ave María (se repite diez veces).
 Bendita sea, oh María, aquel primer abrazo que diste al Niño Jesús, Hijo de Dios. Ave María (se repite diez veces).

Bendita sea, oh María, el primer alimento que diste al Niño Jesús, hijo de Dios. Ave María (se repite diez veces).